Una familia en Jovellanos, Matanzas, vive horas de angustia y preocupación tras la desaparición de un anciano de 78 años. El hombre salió a cortar leña y, desde entonces, nadie sabe nada de él. La desesperación los llevó a pedir ayuda en redes sociales, donde buscan que la comunidad los apoye en la búsqueda.
Según relató su nieta, el abuelo fue visto por última vez cerca de los apartamentos de El Doce, en el municipio de Jovellanos. Vestía ropa de trabajo y llevaba herramientas para cortar madera, algo que parece indicar que solo salió a hacer sus tareas cotidianas.
La familia asegura que el hombre no sufría de problemas de memoria ni enfermedades que pudieran explicar su ausencia prolongada. Al contrario, describen a un abuelo activo y lleno de vida, siempre presente en el día a día de sus nietas.
“Es un abuelo regañón y cariñoso, de cuidarnos y ser cómplice de todos sus nietos. Ha sido el padre de mi mami y de mis tías desde que llegó a la vida de mi abuela. Un tipo lindo por dentro y por fuera”, escribió su nieta, mostrando la profunda desesperación que sienten en estos momentos.
Este caso se suma a la creciente lista de desapariciones en Cuba, muchas de ellas de adultos mayores y mujeres. En Artemisa, la familia de Laudelina Piñeiro Peña, de 77 años, lanzó un llamado urgente al no llegar a su destino. En Sancti Spíritus, un abuelo está desaparecido desde el 22 de septiembre. Y en La Habana, la anciana Noguella Lezcano Milián, de 80 años y con problemas de salud, mantiene en vilo a todo un barrio.
La realidad es que, en ausencia de protocolos oficiales de búsqueda, las familias cubanas dependen cada vez más de las redes sociales. Fotos, descripciones y llamadas a la solidaridad ciudadana se han vuelto la principal herramienta para intentar localizar a sus seres queridos.
Quienes tengan información sobre el anciano desaparecido en Jovellanos pueden comunicarse con la familia al número: 51309467. Cada pista puede ser vital para traerlo de regreso a casa.
Mientras tanto, la incertidumbre sigue creciendo en Matanzas y en toda Cuba. Cada nuevo caso recuerda la fragilidad de las familias frente a un Estado que aún no ofrece respuestas rápidas ni efectivas ante situaciones de desaparición, dejando a los ciudadanos a merced de su propia búsqueda.