Cuando en Cuba cae un aguacero, todos sabemos que las consecuencias van mucho más allá de mojarse en la calle. Y en Guamá, Santiago de Cuba, la tormenta tropical Imelda no solo dejó charcos y ríos crecidos: también puso en jaque la seguridad de todo un municipio. El puente de Cañizo, una de las principales vías de comunicación de la zona, quedó prácticamente al borde del colapso después de las intensas lluvias.
Según informó TV Santiago en su página de Facebook, el agua no tuvo compasión: socavó una de las esquinas de la estructura, dejando al descubierto la base de hormigón que la sostiene. En palabras más claras, el puente quedó con las “tripas afuera”, mostrando que su resistencia ya no es la misma.
Hoy por hoy, lo único que parece en pie es la losa superior, ese pedazo de concreto que todavía aguanta como puede el paso de carros y peatones. Pero ojo, la advertencia es seria: cualquier peso adicional podría terminar de romper lo que queda. Imagina el riesgo para un camión cargado de mercancías o hasta un simple ómnibus de transporte público.
El puente de Cañizo no es un detalle menor. Es la conexión vital entre varias comunidades rurales y el centro del municipio. Por ahí pasan los vecinos todos los días, además de transportistas y servicios básicos. Es, literalmente, un hilo que mantiene a cientos de familias comunicadas.
Hasta ahora, por suerte, no se han reportado accidentes, pero las autoridades locales recomiendan reducir al mínimo el tránsito y estar atentos a cualquier movimiento extraño de la estructura. Mientras tanto, vecinos y especialistas mantienen una especie de guardia comunitaria para vigilar la situación hora tras hora.
La tormenta Imelda no solo golpeó en Guamá. En Santiago, el embalse Charco Mono, que llevaba meses en crisis por la sequía, vivió un giro inesperado: en solo 24 horas pasó del volumen muerto a estar a más de la mitad de su capacidad. Una buena noticia en medio de tanto desastre.
Pero la lista de daños sigue: en Guantánamo colapsó el puente provisional de Imías, dejando incomunicadas a varias comunidades. Y en el propio Santiago de Cuba, cinco personas tuvieron que ser rescatadas tras el desbordamiento del río Sígua.
La parte más trágica, sin embargo, la dejó un deslizamiento de tierra que provocó el derrumbe de una vivienda. Ahí perdió la vida Luis Mario Pérez Coiterio, de 60 años, quien dormía cuando todo ocurrió. Una víctima que recuerda lo frágil que es la vida cuando la naturaleza golpea sin piedad.
Imelda ya se fue, pero dejó claro que la infraestructura oriental está en crisis. Y el puente de Cañizo, en Guamá, es hoy el símbolo más evidente de esa fragilidad.