En Cuba, cada apagón no es solo la molestia de quedarse sin luz, sino una ruleta rusa que puede dejarte sin tus equipos más caros. Eso fue exactamente lo que le pasó a una vecina de La Habana, quien entre lágrimas denunció que un bajón eléctrico la dejó prácticamente sin nada en su casa. Y no se guardó nada: acusó directamente a la compañía eléctrica de ser responsable de lo que ella llama un “mal trabajo” en su zona.
La mujer relató que el corte ocurrió a las 6:30 de la mañana, y apenas seis minutos después, cuando volvió la corriente, llegó acompañado de una subida de tensión brutal. ¿El resultado? Televisor, refrigerador, aire acondicionado tipo split, ventiladores y hasta lámparas quedaron convertidos en chatarra. “Ya no aguanto más”, repitió una y otra vez mientras mostraba los equipos humeando, según se aprecia en un video que ya circula en redes sociales.
Lo más impactante es que ni siquiera los protectores de voltaje pudieron salvarla. Ella asegura que hasta los transformadores y dispositivos de seguridad “cogieron candela” cuando el servicio regresó con una potencia fuera de lo normal. “Entró una 440, una 480… no sé cuál fue”, dijo, intentando describir lo que básicamente fue un pico eléctrico demoledor.
Para colmo, la mujer mostró en cámara un cable caído desde un transformador cercano, señalando que ese detalle es prueba de que todo se debe a un mal trabajo de los técnicos que estuvieron en la zona hace unos meses. “¿Quién me paga todo eso?”, preguntó con rabia, mientras afirmaba que ya había hecho el reporte y estaba esperando el camión de la empresa para una revisión. Vecinos, que también escucharon el estallido, confirmaron lo ocurrido como testigos.
La historia no termina ahí. La afectada asegura que desde que instalaron ese transformador, hace unos cinco meses, las facturas de electricidad en su hogar se dispararon a cifras que rondan entre los 6,000 y 8,000 pesos mensuales, a pesar de que —según ella— “en la casa no se gasta corriente”. Para rematar, dice que lleva meses reportando la situación en las oficinas comerciales y que nunca han mandado a un inspector. “Yo los llamo y no vienen”, insiste.
Pero como si la pesadilla eléctrica fuera poco, también enfrenta la falta de agua. En el mismo video mostró su cisterna completamente vacía y denunció que lleva más de un mes sin servicio, responsabilizando a Aguas de La Habana por no darle solución. “Aquí nadie se responsabiliza”, se queja, vinculando ambos problemas —agua y electricidad— con pérdidas materiales y un desgaste diario que la tiene al límite.
“Yo soy una mujer jubilada… me han jodido la vida”, lamentó con voz quebrada. Su casa quedó prácticamente a oscuras, porque hasta las bombillas dejaron de funcionar tras el apagón. Con impotencia y desesperación repite: “¿Hasta cuándo?”.
El video no ha pasado desapercibido: ya supera las 41 mil reproducciones y acumula cientos de reacciones de cubanos que se identifican con la historia. Y es que esta denuncia no es un caso aislado, sino otro reflejo de la crisis sistémica que azota al país.
Ese mismo viernes, la Unión Eléctrica de Cuba reconoció que el sistema eléctrico atravesaba una de sus jornadas más críticas, con un déficit previsto que superaba los 1,600 megavatios en horario pico. Las causas son múltiples: averías en la CTE Felton, mantenimiento en las plantas de Santa Cruz y Cienfuegos, limitaciones térmicas, y una escasez de combustible y lubricantes que deja inoperativas decenas de centrales de generación distribuida.
Mientras tanto, los cubanos siguen viviendo entre apagones, subidas de tensión, facturas impagables y servicios básicos colapsados. Sin un horizonte claro de solución, la pregunta de esta vecina se convierte en la de millones: ¿hasta cuándo?
