¿De verdad cambiaría algo en Cuba si mañana levantaran todas las sanciones? Pues, según un alto funcionario del Departamento de Estado de EE.UU., la respuesta es un rotundo no. Y la explicación no puede ser más clara: lo único que pasaría es que los militares cubanos tendrían más dinero para robar y esconder en cuentas bancarias en Suiza. Así mismo, sin rodeos.
El funcionario, en declaraciones a Martí Noticias, dejó bien marcado el camino: la política de Estados Unidos seguirá enfocada en dos cosas principales: respaldar al pueblo cubano y presionar al régimen. Negociaciones con La Habana, por ahora, ni pensarlo.
Lo pintó sin anestesia: describió al gobierno de la isla como un “régimen colapsado, dirigido por ancianos cuyo único objetivo es mantenerse en el poder”. Según él, ni ideas tienen para sacar adelante al país, y mucho menos un plan que ofrezca futuro a la gente.
Sobre el tema de las sanciones, que tantos debates generan, fue tajante: no están dirigidas contra el pueblo, sino contra el aparato militar y de seguridad. Y ahí soltó la frase que lo resume todo: “Si mañana se levantaran todas las sanciones, nada cambiaría en Cuba”. Porque, en su criterio, lo único que pasaría es que el dinero seguiría fluyendo hacia los bolsillos de quienes ya controlan la isla.
Además, recordó que los estadounidenses sí pueden hacer negocios con los emprendedores privados en Cuba. El verdadero obstáculo —dijo— es el propio régimen, que no permite ese tipo de relaciones económicas. Y sobre la clásica excusa del embargo, fue duro: “Esa narrativa está desgastada”.
El ejemplo que puso fue bien gráfico: “Si no tienen carros no es porque no puedan comprarlos, es porque no tienen dinero. Su sistema no produce, y cuando consiguen un contrato, ni siquiera pagan sus deudas”.
Y si alguien pensaba que habría espacio para compromisos, el funcionario lo dejó claro: no hay nada que negociar con un gobierno que ni siquiera sabe lo que quiere.
El tema migratorio también salió en la conversación. Descartó que existan acuerdos en negociación con La Habana sobre deportaciones. Para él, cada país tiene la obligación de recibir a sus ciudadanos, y punto. Eso sí, reconoció que Cuba solo acepta a algunos deportados, aunque Estados Unidos sigue realizando vuelos de repatriación.
En cuanto al éxodo masivo, lanzó una cifra que habla por sí sola: en apenas dos años, Cuba perdió más del 13% de su población, sobre todo jóvenes. Y aclaró: “No es que Estados Unidos sea un imán; la gente huye porque quiere escapar de la isla hacia cualquier parte”.
Sobre la presencia de inteligencia rusa y china en Cuba, admitió preocupación, pero aseguró que eso no cambia la realidad: un régimen sin rumbo, que sobrevive robando y escondiendo fondos fuera del país.
Y no podía faltar el tema de los derechos humanos: recordó que Cuba tiene una de las tasas más altas de presos políticos por habitante en el mundo. En ese punto, reafirmó que seguirán presionando por su liberación, aunque sin convertir esas excarcelaciones en un negocio, como en el caso venezolano.
Para cerrar, el funcionario dejó clara la postura de la administración Trump hacia Cuba: “No habrá financiamiento para el régimen. Sí habrá apoyo para el pueblo que busca un cambio”. Una línea dura que, según él, se mantendrá sin titubeos.