Las lluvias torrenciales que azotaron el oriente cubano este fin de semana dejaron tras de sí un panorama desolador: puentes dañados, comunidades incomunicadas y hasta la suspensión total de los trenes en la región. Una vez más, la naturaleza puso en evidencia el deterioro y abandono de la infraestructura en manos del régimen.
La propia Empresa Ferrocarriles de Oriente reconoció en Facebook que los servicios ferroviarios quedaron suspendidos “hasta tanto se solucionen las afectaciones provocadas en las vías por las fuertes lluvias”. Las fotos que acompañaron el anuncio muestran rieles retorcidos y tramos destruidos, una postal que refleja la precariedad de un sistema que hace décadas no recibe la inversión necesaria.
Ya desde el sábado, el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, había advertido en redes sociales que parte de los trenes serían cancelados para evitar accidentes. En buen cubano: las vías no aguantan ni un chaparrón fuerte.
Pero los destrozos no se limitaron al ferrocarril. En Santiago de Cuba, el municipio de Guamá sufrió graves daños en el puente de Cañizo, una arteria vital para la zona. Según reportes de la oficialista TV Santiago, las lluvias socavaron la base del puente, dejando a la vista su frágil estructura de hormigón y poniendo en riesgo total su estabilidad.
La situación no fue mejor en Guantánamo. En el municipio de Imías, el puente provisional colapsó, dejando a varias comunidades aisladas y sin salida. Al mismo tiempo, en Santiago, cinco personas tuvieron que ser rescatadas tras el desbordamiento del río Sígua, que arrasó con todo a su paso.
El saldo más doloroso de esta catástrofe fue la muerte de Luis Mario Pérez Coiterio, de 60 años, quien perdió la vida cuando su vivienda se desplomó durante un deslizamiento de tierra en Santiago de Cuba. El hombre dormía cuando la fuerza de las lluvias provocó el derrumbe.
Mientras la propaganda oficial se limita a publicar comunicados en Facebook, la realidad golpea de frente: cada aguacero destapa el abandono crónico de la infraestructura cubana y el desinterés del régimen por proteger a su pueblo. Lo que en cualquier país se resolvería con inversión y mantenimiento, en Cuba siempre termina siendo tragedia y promesas vacías.