En pleno corazón de La Habana, decenas de cubanos decidieron perder el miedo y salir a protestar después de días enteros de apagones interminables y escasez de agua.
Los videos que circulan en redes sociales lo dicen todo: cacerolazos retumbando en la calle Monte, gritos de “¡Libertad!”, gente encendiendo fogatas para alumbrarse y hasta niños sentados en medio de la vía exigiendo, junto a sus familias, un mínimo de dignidad.
En barrios como Los Sitios, la oscuridad no apagó el coraje. Mujeres y menores participaron activamente en la protesta, dejando claro que la paciencia se agotó. La activista Lara Crofs advirtió a viva voz: “Son chamas, no se atrevan a darles palo. Díaz-Canel, si les pasa algo, la responsabilidad es tuya.”
El calvario de los apagones
La rabia del pueblo no viene de la nada. El miércoles pasado La Habana vivió una de las peores jornadas del año, con cortes de electricidad que afectaron 296 MW. Los bloques 3, 4, 5 y 6 fueron declarados “zonas de emergencia” y pasaron horas enteras sin luz.
La situación se ha vuelto insoportable: apagones de hasta 24 horas, calor sofocante, mosquitos, falta de agua y la imposibilidad de hacer lo más básico, como cocinar o lavar. Lo más escandaloso es que ni la capital, supuesta “prioridad” del régimen, se salva de la crisis. Si en La Habana la cosa está así, ¿qué quedará para el resto del país?
Las imágenes desde Centro Habana no fueron las únicas. También se reportaron protestas en Lawton y Altahabana, donde la gente, cansada de la oscuridad y del abandono, salió a exigir respuestas que nunca llegan.
El agua, otro motivo de bronca
Como si no bastara con la falta de luz, el agua se ha convertido en otro calvario para los habaneros. La propia empresa estatal Aguas de La Habana reconoció nuevas roturas en la conductora de Cuenca Sur, dejando a miles sin servicio. Algunos vecinos llevan más de un mes sin agua corriente y sobreviven a base de pipas que aparecen cada dos o tres semanas.
En El Vedado, un residente denunció que ha pasado más de 60 días cargando cubos y que llegó a pagar hasta 25 mil pesos por una pipa privada que solo le duró dos días. “Nos levantamos a las 8 de la mañana para coger agua en una toma improvisada en Tribuna. Esto es una vergüenza”, relató indignado.
Un gobierno que mira para otro lado
Mientras el pueblo sufre, el régimen sigue con la misma cantaleta: excusas, promesas vacías y ningún plan concreto. La Empresa Eléctrica habla de “priorizar” según los bloques más afectados, pero sin plazos, sin compromisos y sin transparencia.
La realidad es que millones de cubanos están atrapados en un país donde la vida cotidiana se ha convertido en un castigo. El sistema eléctrico colapsa, el agua desaparece y las instituciones brillan por su ausencia.
La gente ya lo entendió: el problema no es un transformador roto ni una tubería que se parte. El problema está en el Palacio de la Revolución, en un gobierno incapaz de darle a su pueblo lo más básico. Cuba hierve y, esta vez, el malestar se está gritando bien fuerte en las calles.
