Un operativo policial en Báguanos, Holguín, terminó con la detención de tres hombres que transportaban más de 35 kilogramos de cocaína escondidos dentro de un compresor industrial. El hallazgo ocurrió en la localidad de Camazán, en plena carretera que conecta con Mayarí, cuando viajaban en un auto de turismo cargado con el equipo modificado.
De acuerdo con la versión oficialista publicada en redes vinculadas al Ministerio del Interior, los sospechosos abrieron el tanque del compresor, metieron los paquetes de droga y lo sellaron como si nada, incluso pintándolo para darle aspecto de fábrica. Un método sofisticado que, según admiten las propias autoridades, demuestra hasta dónde llega la inventiva del narcotráfico en la isla.
La Policía los capturó con rapidez, lo que deja entrever que ya existía información previa sobre la operación y la ruta de la cocaína. Sin embargo, como es costumbre en la propaganda del régimen, no se reveló la identidad de los detenidos: apenas fotos de tres hombres esposados, con los rostros cubiertos por emojis, y las imágenes del cargamento incautado.
Este caso refleja la creciente audacia de las redes de narcotráfico que operan en Cuba. Desde productos de higiene hasta alimentos o artículos religiosos, todo sirve para camuflar drogas en un país donde el consumo y la venta han crecido a niveles alarmantes en los últimos cinco años.
A pesar de la llamada política de “tolerancia cero” del régimen, el problema sigue desbordado. El propio Tribunal Supremo Popular alertó recientemente sobre el auge de drogas sintéticas como el “químico” o el “papelillo”, especialmente en La Habana, y anunció penas más severas para quienes las tengan o distribuyan.
El Ministerio del Interior presume de haber arrestado a más de 1,500 personas en operativos antidrogas, muchas hoy en prisión preventiva. En Holguín, la semana pasada, tres acusados recibieron condenas de entre seis y ocho años de cárcel. Y en La Habana, otro cubano fue sentenciado a 15 años por traficar cocaína y cannabinoides.