El régimen cubano, una vez más, trata de maquillar la crisis eléctrica con promesas vacías y frases recicladas. Esta vez, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, confirmó que seguirán con el mismo esquema de apagones en La Habana, asegurando que es “la programación que mejor funciona”. Dicho de otra forma: no hay solución, solo resignación.
El ministro, que ya se ha convertido en el rostro del desastre energético cubano, reconoció en la televisión estatal que el sistema eléctrico nacional sigue al borde del colapso. Con un tono de falsa empatía, explicó que la idea es cumplir los horarios de apagón para que la gente pueda “planificarse mejor”. Una burla, considerando que la mayoría de los cubanos vive planificando cómo sobrevivir al día siguiente, no cómo organizar su vida en la oscuridad.
Según el propio De la O Levy, los apagones empezarán a las diez de la mañana, en bloques de cuatro horas, extendiéndose por la tarde y, si hace falta, también en la madrugada. Dijo que probaron “otras variantes”, pero regresaron al modelo original porque “es el que mejor funciona”. En resumen, el régimen llama ‘eficiencia’ a mantener la miseria organizada.
El ministro volvió a reconocer que no hay suficiente combustible ni para sostener octubre completo. Admitió que solo hay reservas para unos pocos días, mientras el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) continúa “muy débil” debido a la salida de varias termoeléctricas y a más de 600 MW de generación paralizada por falta de diésel. Dicho en cubano claro: la cosa está en candela y lo peor es que no se ve salida.
Estas declaraciones llegan después de una semana en que La Habana vivió noches de apagones interminables y protestas populares. En barrios como Centro Habana, Cerro y Marianao, los vecinos salieron a la calle, golpeando calderos y gritando “¡Queremos luz!”, hartos de las mentiras oficiales y del deterioro constante.
A pesar de sus palabras sobre “cumplir los horarios”, el propio ministro reconoció que el plan no busca reducir los apagones, sino ordenarlos, una manera elegante de decir que seguirán dejando al pueblo a oscuras, solo que con cronograma.
Hace menos de un año, el mismo De la O Levy restaba importancia al problema, diciendo que los cortes eléctricos eran “soportables”. En mayo de 2024, durante una visita a la termoeléctrica Felton, en Holguín, aseguraba que las afectaciones, aunque “molestas”, estaban dentro de “niveles soportables”. En aquel momento, había provincias que pasaban hasta 18 horas sin electricidad, pero él insistía en que todo marchaba bien.
También negaba entonces que existiera una crisis de combustible, echándole la culpa a los “problemas logísticos” y a los transportes. Negó incluso la escasez de diésel, asegurando que no había falta real de suministros, y tachó de “ignorancia” las advertencias de medios independientes sobre el inminente colapso energético. “Nos reímos y seguimos trabajando convencidos de que lo resolvemos”, decía con una sonrisa forzada.
Hoy, sin embargo, la realidad lo golpea en la cara. El ministro ya no puede esconder lo evidente: el SEN está al borde del abismo y el combustible apenas alcanza para unos días. Su discurso ha pasado de la arrogancia a la desesperación, reflejando el mismo deterioro que sufre el país.