El régimen de La Habana volvió a demostrar su desconexión total con la realidad al pedirle a los habaneros que no boten la basura, argumentando que “el duende de la limpieza no existe”.
La ocurrencia salió del Consejo de la Administración de Plaza de la Revolución, que publicó en Facebook un mensaje digno de sátira: “Si tu estrategia para deshacerte de la basura es lanzarla a la calle esperando que el ‘duende de la limpieza’ la haga desaparecer… tenemos malas noticias: el duende no existe”.
Según el texto oficial, “existen personas que trabajan recogiéndola, pero su esfuerzo se duplica cuando no cooperamos”. El post cerró con la frase: “La basura en la calle es de todos, pero la solución empieza por uno”.
El problema es que en La Habana no hay duendes… ni camiones, ni combustible, ni gestión. Lo que sí sobra es desidia. La publicación, lejos de generar conciencia, provocó una avalancha de críticas de vecinos hartos de vivir entre montañas de desperdicios.
“Aquí en la calle 9 entre F y G el basurero es enorme. Hace mucho que no recogen nada”, respondió un habanero indignado. Otro, con el típico humor del cubano, ironizó: “¿Y cuándo va a pasar el duende a recoger?”.
Mientras los ciudadanos hacen malabares para sobrevivir al hedor y a las moscas, el régimen intenta lavar su imagen con campañas de limpieza improvisadas. Este fin de semana, Miguel Díaz-Canel apareció en redes sociales barriendo hojas frente al Palacio de la Revolución, acompañado de ministros y funcionarios, en lo que describieron como una “jornada de higienización”.
El gesto, más que inspirar, resultó un insulto a la inteligencia del pueblo. En su mensaje, el gobernante afirmó que “hay gente que cree que otros les tienen que resolver el problema”, culpando al pueblo de la suciedad que su propio gobierno es incapaz de manejar.
Con su habitual cinismo, Díaz-Canel intentó dar una lección de civismo mientras ignora que el colapso de los servicios comunales no se debe a la “falta de conciencia”, sino a la falta de camiones, de combustible y de voluntad política. La basura no desaparece por arte de magia, pero tampoco por propaganda.
La realidad es que La Habana, como casi todo el país, se está hundiendo entre la podredumbre y el abandono, mientras el régimen prefiere organizar actos simbólicos para la prensa antes que resolver los problemas reales.