Desde su perfil en Facebook, Toirac describió la crisis energética que asfixia al país como “una navaja sobre la que caminar”, advirtiendo que el agotamiento del pueblo ha llegado a un punto donde lo natural ya no es aguantar, sino estallar.
“Lo lógico no es que aguante. Lo simplemente humano es que estalle”, escribió el comediante, dejando claro que el pueblo cubano no puede vivir eternamente entre apagones, mosquitos y alimentos echados a perder.
El actor, lejos de hablar con rabia, lo hizo con la lucidez de quien ha visto apagarse un país entero, tanto literal como moralmente. Recordó que desde antes del verano ya sabía lo que venía, porque, según él, “en ese campo 2+2 siempre ha sido 4”. Su lógica no venía de una bola mágica, sino del simple cálculo que cualquier ingeniero eléctrico —como él— puede hacer cuando conoce las ruinas del sistema.
Toirac explicó que el colapso del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) no es un accidente ni un misterio técnico: es la consecuencia de años de abandono, chapucería y falta de mantenimiento. “El sistema no hay que darle mucho ‘cranque’ pa’ portarse mal porque es del año de la corneta y no recibe los mantenimientos del librito”, soltó con su sarcasmo habitual.
Su análisis fue más allá de los cables y las turbinas: comparó a Cuba con su red eléctrica, un país que funciona a base de parches, apagones y averías permanentes. Detrás de cada corte de luz, dijo, hay una metáfora del caos político y económico que ha dejado al pueblo a oscuras.
Toirac retrató con precisión lo que vive el cubano de a pie: “La gente no ve procesos ni decisiones, ni bloqueo ni petróleo caro. La gente ve mosquitos y comida echá a perder”. Y tiene razón. En medio del calor y los apagones, la población solo siente el golpe del día a día, la impotencia de perder lo poco que tiene, mientras el Gobierno responde con discursos vacíos.
Su texto, más serio de lo habitual, deja poco espacio para la risa. El humorista reconoció que la energía no solo falta en los enchufes, también en el alma de la nación. Dijo que cada corte de luz es una agresión al propio sistema, porque obliga a operar instalaciones desgastadas y sin recursos. “Cada vez que se cierra un circuito y se abre otro, el sistema se vuelve más inestable”, explicó con la precisión del técnico y la preocupación del ciudadano.
Pero lo más fuerte llegó al final, cuando Toirac apuntó directamente hacia el riesgo social que se cocina en silencio. “La muela no mata los mosquitos ni conserva los pocos alimentos que le cuestan un güevo al normal de los cubanos”, sentenció, dejando claro que la retórica del poder no enfría los refrigeradores ni calma el hambre.
El comediante advirtió que La Habana es un polvorín, y que podría ser el centro de un estallido inevitable. “La capital no se comporta como una provincia más. Es más polvorín que el resto”, dijo, en referencia al cansancio acumulado que ya se percibe en las calles.
El mensaje final retumbó como un eco de advertencia: “Lo lógico no es que aguante. Lo simplemente humano es que estalle.”
