Por fin un poco de paz para los campesinos de La Palma, Ciego de Ávila.
Durante meses, las noches eran de miedo: cada amanecer, una vaca menos, un caballo desaparecido, o los restos de algún animal tirados en el monte. Nadie sabía quién estaba detrás… hasta ahora.
Cuatro matarifes tras las rejas
La policía finalmente dio con los responsables: cuatro matarifes que llevaban tiempo robando ganado y sacrificando animales ilegalmente en la zona.
La noticia fue confirmada por la página oficialista El Cubano Fiel, que aseguró que los campesinos habían denunciado en varias ocasiones los robos, aunque por mucho tiempo no se les hizo caso.
Según el reporte, los agentes realizaron registros domiciliarios en las casas de los sospechosos, donde encontraron grandes cantidades de carne almacenada, sin refrigeración ni documentación. Ese hallazgo fue suficiente para detenerlos y poner fin a la pesadilla que tenía a todo el campo con el corazón en la boca.
Campesinos cansados del miedo
Vecinos de La Palma contaron que los matarifes actuaban con total impunidad. Robaban de madrugada, sacrificaban a los animales en potreros y luego revendían la carne en el mercado negro.
Los campesinos que se atrevían a denunciar eran amenazados, y muchos preferían callar por miedo.
“Vivíamos con los nervios de punta, no sabíamos cuándo nos iba a tocar”, confesó uno de los productores afectados.
Ahora, con los cuatro detenidos, dicen que ha vuelto la tranquilidad. Pero también piden que la policía no baje la guardia, porque en el campo cubano los ladrones de ganado son como el marabú: desaparecen un tiempo, pero siempre vuelven.
Una plaga que se extiende por toda Cuba
Lo cierto es que el problema no es exclusivo de Ciego de Ávila.
En los últimos años, el robo y sacrificio ilegal de animales se ha disparado en casi todas las provincias.
En Holguín, un hombre fue grabado en video mientras descuartizaba un caballo a plena luz del día.
En Granma, la policía interceptó varios carros cargados con carne de res sin control sanitario.
En La Habana, fue desmantelado un punto de sacrificio clandestino que operaba sin condiciones higiénicas y ponía en riesgo la salud pública.
Y en Villa Clara, un matarife fue detenido con restos de siete vacas y más de 600 libras de carne robada. La magnitud del problema es tan grande que muchos productores aseguran que prefieren vender su ganado antes de verlo desaparecer.
El campo cubano pide protección
Mientras los campesinos siguen levantándose al amanecer para cuidar sus animales, la inseguridad rural no deja de crecer.
La carne se ha convertido en oro en Cuba, y los matarifes ilegales son los nuevos piratas del monte.
Por eso, más allá de los arrestos, los productores piden más vigilancia, sanciones reales y apoyo estatal.
Porque en un país donde criar una vaca cuesta tanto, perderla en manos de ladrones no es solo un golpe económico, es un golpe al alma del campesino cubano.