Una familia santiaguera lo perdió absolutamente todo tras un incendio que arrasó con su vivienda en el reparto Agüero, en la calle D entre 5 y 6.
Hoy sobreviven entre las ruinas, sin techo, sin comida y —como suele pasar— sin que nadie del gobierno se acerque a tenderles la mano.
Entre las llamas y el abandono
El fuego consumió por completo la humilde vivienda, dejando a sus ocupantes literalmente en la calle.
Vecinos del barrio contaron que los residentes —una familia marcada por la pobreza y, al parecer, por trastornos mentales— solían recoger desperdicios de los basureros de la ciudad para almacenarlos dentro de la casa.
Esa acumulación de basura, junto con las malas condiciones de higiene y el calor sofocante del oriente cubano, fue el cóctel perfecto para el desastre.
La anciana madre, que ahora duerme a la intemperie, permanece sentada en el corredor entre escombros y polvo, cuidando lo poco que se salvó del fuego. Lo demás, cenizas.
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada compartió las duras imágenes en Facebook: montones de restos, basura, y una familia que ya no tiene adónde ir.
Ni techo, ni ayuda, ni esperanza
Aunque las autoridades locales retiraron parte de los desechos, la situación sigue siendo crítica. Frente a la vivienda todavía hay contenedores llenos de basura, y dentro de lo que queda de la casa, montones de restos calcinados que se han convertido en un foco de infección.
Los vecinos temen por las enfermedades y los insectos, pero también por la indiferencia.
“Ayer las llamas, hoy la basura, mañana la tormenta… y en el medio, una familia en la calle con una anciana sin techo ni comida”, escribió uno de los residentes, visiblemente molesto.
En redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar:
“¿Dónde está la delegada? ¿La FMC? ¿Los trabajadores sociales? ¿El consultorio?”, preguntaba indignada una vecina. Nadie responde.
Una ciudad cansada de los incendios… y del abandono
No es el primer incendio que sacude a Santiago de Cuba en las últimas semanas. Hace poco, un basurero en Chicharrones ardió durante días, alcanzando una loma llena de árboles y poniendo en peligro a decenas de viviendas.
Y el 14 de septiembre, otro fuego destruyó casi por completo una casa en la ciudad.
La gente en Santiago ya no teme solo al calor, sino al descuido, a los cables viejos, a los basureros que nadie limpia y a la falta de reacción del gobierno.
El reflejo de un país en ruinas
Lo ocurrido con esta familia no es un caso aislado. Es el reflejo de una Cuba en crisis, donde miles de personas viven en casas a punto de derrumbarse, o en refugios improvisados.
En Pinar del Río, familias enteras habitan en el hospital abandonado de Guanito. En La Habana, el edificio Riomar se ha convertido en refugio de personas sin hogar, sin agua ni electricidad.
Y mientras tanto, el déficit habitacional del país supera las 800 mil viviendas, con miles de familias viviendo sobre pisos de tierra o en estructuras al borde del colapso.
El gobierno, por su parte, ha anunciado la instalación de casas hechas con contenedores, una medida que ha levantado más dudas que esperanza.
Porque mientras llegan las soluciones improvisadas, las familias siguen quemándose —literalmente— en el fuego del abandono.