El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel volvió a dejar ver su desconexión con la realidad este lunes, cuando arremetió contra los habaneros por no sumarse a una jornada de limpieza convocada por el propio régimen para enfrentar la crisis de basura que asfixia a la capital.
En lugar de asumir responsabilidades, el mandatario culpó al pueblo por la falta de participación en el “trabajo voluntario”, un mecanismo cada vez más forzado que el régimen intenta revivir mientras La Habana se hunde entre montañas de desechos y olores nauseabundos.
Durante una reunión con funcionarios del Partido Comunista y del Gobierno, Díaz-Canel se quejó de que en varios municipios la gente no salió a recoger basura. “Es verdad que hubo una respuesta buena de las instituciones estatales, pero hay barrios donde no salió nadie a trabajar”, dijo, visiblemente molesto.
El dirigente mencionó con nombres y apellidos los territorios donde la jornada fue un fracaso. “En Diez de Octubre no se trabajó. En Playa no se hizo nada. En La Lisa tampoco salió nadie. ¿En esos lugares no hay delegados, ni coordinadores políticos? Pues que vengan todos a rendir cuentas”, exigió, en tono de amenaza.
Según cifras oficiales, este fin de semana se recogieron más de 35 mil metros cúbicos de basura, con la participación de trabajadores estatales, reclutas del Ejército y efectivos de la Policía. Sin embargo, el régimen reconoció que más de mil circunscripciones siguen sin limpiar, lo que demuestra la magnitud del colapso.
A pesar de tanto esfuerzo propagandístico, solo unas 300 circunscripciones fueron saneadas, una cantidad mínima para una ciudad de más de dos millones de personas. El propio Díaz-Canel tuvo que admitir que no existe ningún plan sostenible para mantener limpia la capital, más allá de convocar jornadas de “trabajo voluntario” para tapar el desastre.
“Hicimos un esfuerzo este fin de semana, pero no vamos a resolverlo todo. Ya la gente vio una reacción. Ahora lo que todos se preguntan es cómo se va a sostener. Bueno, lo vamos a sostener si todos trabajamos”, soltó el domingo, tratando de maquillar con frases vacías lo que no puede resolver con gestión.
Mientras tanto, los cubanos viven entre ratas, moscas y malos olores, sin un servicio de saneamiento regular ni equipos suficientes para recoger los residuos. Las denuncias en redes sociales son constantes: barrios enteros amanecen rodeados de basura que lleva semanas sin ser retirada.
La capital del país se ha convertido en un vertedero a cielo abierto, reflejo del deterioro estructural y la ineficiencia del sistema. En lugar de asumir la responsabilidad de décadas de abandono y corrupción, el régimen culpa a los ciudadanos por no participar en faenas que deberían ser responsabilidad del Estado.