Imagínate tener que cargar a tus hijos en brazos todas las mañanas solo para que puedan llegar a la escuela sin empaparse de barro. Esto no es un escenario de película, sino la realidad diaria de una madre en Jicotea, un pequeño poblado de Ciego de Ávila. La mujer denunció el estado deplorable del camino escolar: fango, charcos y abandono total por parte de las autoridades.
En un video que se hizo viral en Facebook, la madre explica que solo piden que el gobierno arregle un tramo de calle que conecta con la carretera central, que hoy parece más un pantano que un camino. Los niños deben quitarse los zapatos para no llegar “llenos de churre” a la escuela, y en algunos tramos, las madres se ven obligadas a cargarlos en brazos. Incluso han colocado troncos improvisados para poder atravesar ciertas zonas.
“Estas madres llevan tiempo pidiéndome apoyo, pero esto no está en mis manos. Sí estoy seguro de que si se comparte este video muchas personas lo van a ver, entre ellas algún dirigente que pueda ayudarlas. Solo con unos cuantos viajes de tierra arreglan ese camino”, pidió Yunior Tamayo Barrios, un usuario avileño que se dedica a ayudar a personas necesitadas, al compartir el video en redes.
En las imágenes se ve a los niños luchando contra charcos de agua y barro, mientras madres desesperadas los cargan para evitar que se embarren o se caigan. Es imposible no sentir indignación ante una situación así, donde los más pequeños son los que pagan las consecuencias del abandono institucional.
Y este caso no es único. En Alquízar, Artemisa, un video viral mostró en septiembre a escolares cruzando una vía completamente anegada frente a la escuela. Desde Marianao hasta Mayabeque, pasando por La Habana y Sancti Spíritus, los testimonios se repiten: caminos intransitables, escuelas en mal estado y madres desesperadas tratando de que sus hijos puedan estudiar sin riesgo.
“Vivimos peor que los indios”, lamentó un habanero al ver los videos. Otro agregó: “Con agua esto parece una ciénaga, y sin agua es una cantera de polvo y piedras”. La situación se repite incluso dentro de las escuelas: techos con filtraciones, charcos en el piso y puertas a punto de desprenderse, como mostró en julio otra madre cubana en La Habana. En Marianao, estudiantes de una escuela especial debían usar una tapa de alcantarillado como escalón para entrar.
La realidad es clara: mientras los niños luchan por llegar a clases en condiciones mínimas, las autoridades locales siguen mirando para otro lado. Historias como la de Jicotea nos recuerdan que la educación y la seguridad de los niños no pueden depender de la suerte ni de la viralidad de un video. El barro, los charcos y el olvido no deberían ser parte del camino a la escuela.
