Una joven cubana de apenas 20 años encendió las redes con un video que sacudió al país. Su nombre es Ana Sofía Benítez Silvente, y su valentía le costó caro: tras denunciar la miseria cotidiana que viven los cubanos y exigir respeto por su libertad de expresión, fue amenazada y citada por las autoridades.
Todo comenzó cuando Ana Sofía subió un video en el que, con una calma que solo da la indignación contenida, leyó en voz alta el Artículo 54 de la Constitución cubana, ese que dice que “el Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”. Luego miró a la cámara y soltó con firmeza: “Vengo a expresar lo que pienso”.
Graduada como Técnico Superior en Prótesis Estomatológica, contó que desde febrero de 2025 no ha podido ejercer su profesión por un error en su título universitario. Mientras tanto, con su madre enferma y sin ingresos fijos, tuvo que buscar otros oficios para ayudar en casa.
Pero lo que realmente encendió las alarmas del régimen fue su retrato crudo de la realidad cubana. “Aquí hay que ser mago para poder sobrevivir”, dijo, al referirse a los miserables salarios estatales —de apenas tres mil pesos durante su servicio social—, la inflación desbordada, la corrupción, el transporte “que brilla por su ausencia”, y los interminables apagones que no dan tregua.
En su mensaje también habló de la salud mental y física de los cubanos, agotados por la falta de descanso. “Dormir es una necesidad humana, pero cuando no se descansa, el cuerpo se agota física y mentalmente”, explicó, dejando claro que los cortes de luz no solo apagan bombillos, también destruyen vidas.
La joven dejó claro que no quiere emigrar, aunque confesó el dolor de ver a tantos amigos y familiares marcharse en busca de una vida digna, con comida, agua y un salario decente. Su video cerró con una cita de José Martí que pareció una bofetada moral al poder: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía”.
El régimen, por supuesto, no tardó en reaccionar. Apenas horas después de su publicación, Ana Sofía fue citada en su facultad. Curiosamente, justo entonces le informaron que su título “ya estaba listo”, después de meses de silencio burocrático. Una coincidencia demasiado oportuna para ser casual.
En redes sociales comenzaron a lloverle amenazas y advertencias de que podía terminar presa. Algunos usuarios —fieles defensores del sistema— la atacaron por “exagerar” o “hablar mal de su país”. Pero miles de cubanos la aplaudieron y convirtieron su testimonio en un símbolo de resistencia.