Si algo tienen claro los habaneros en 2025 es que abrir la pila y ver salir agua es casi un milagro. La crisis del agua en la capital se ha convertido en una rutina insoportable, y aunque el gobierno promete soluciones cada semana, las tuberías siguen secas. Ahora, la vice primera ministra Inés María Chapman salió a reconocer que sí, que la cosa está fea… pero, según ella, “es complicado”.
Chapman admitió públicamente la gravedad de la situación que mantiene a miles de familias sin agua durante días —e incluso semanas—, y aseguró que el problema radica en la falta de coordinación entre el sistema hidráulico nacional y la Unión Eléctrica. En otras palabras, si no hay corriente, no hay bombeo. Y si no hay bombeo… ya sabemos el final del cuento.
El discurso llega después de meses de apagones, reuniones, promesas y hasta protestas en las calles. Pero la realidad es que el agua no llega, y la paciencia de la gente se evapora más rápido que un charco bajo el sol del Malecón.
🚰 “Es complicado coordinar”: la frase que nadie quiere oír
Durante una reunión en La Habana, Chapman explicó que los sistemas de abasto necesitan entre 4 y 24 horas de servicio eléctrico para llevar el agua al último rincón de la población. Es decir, si el apagón dura lo que suele durar, olvídate del agua. La vice primera ministra incluso mencionó que han tenido que mover grupos electrógenos de un lado a otro, una medida que ya se ha repetido mil veces sin lograr una mejoría real.
Lo más frustrante es que no se presentaron soluciones nuevas ni plazos concretos. El discurso oficial se centró, una vez más, en hablar de “coordinación” y “trabajo conjunto”, pero sin asumir responsabilidad por el deterioro del servicio.
Por su parte, el director general de la Unión Eléctrica, Alfredo López Valdés, aseguró que “todo el mundo está movilizado”. Sin embargo, los números no mienten: más de 233.000 personas en La Habana siguen con afectaciones totales o parciales en el suministro de agua.
💦 Promesas que no llenan los tanques
La capital enfrenta hoy un déficit hídrico de más de 2.000 litros por segundo, y apenas funcionan 17 de los 19 equipos de bombeo necesarios. Municipios como Diez de Octubre y Plaza de la Revolución son los más afectados, sobre todo en las zonas altas donde el agua ni se asoma.
Chapman propuso que delegados, funcionarios y “organizaciones de masas” visiten a los vecinos para explicarles la situación. Pero lo que los habaneros quieren no son explicaciones, sino agua. Porque mientras los discursos se repiten y los planes “se coordinan”, los tanques siguen vacíos y los cubos de agua se han vuelto el artículo más valioso del hogar.
Por ahora, el gobierno sigue apostando por el control informativo y las promesas vagas. Pero en las calles, el mensaje es otro: el pueblo está cansado de escuchar “es complicado” cada vez que se habla de un derecho tan básico como abrir la llave y ver correr el agua.