Hay cosas que en Cuba siguen partiendo el alma, y una de ellas es ver a un muchacho llamado a cumplir el servicio militar obligatorio. Eso fue justo lo que le pasó a David Espinosa, un padre habanero que no pudo quedarse callado cuando su hijo recibió la citación para el chequeo médico del Servicio Militar. Lo contó en su Facebook, y sus palabras no tardaron en tocar fibras muy sensibles.
David, miembro de la Iglesia Bautista El Calvario, escribió con la preocupación de quien ya vivió ese infierno y no quiere que su hijo pase por lo mismo. “Casi pierdo la vida en la previa”, confesó, recordando aquellos primeros 45 días que marcan a muchos jóvenes cubanos más que cualquier otra cosa.
Su publicación fue más que una simple reflexión: fue un grito desesperado de un padre que ve cómo el futuro de su hijo depende de un sistema que no da opciones. “Si no lo pasan, que es dificilísimo hacerlo sin meterte en problemas, les tronchan el futuro que algunos pocos anhelan”, escribió, dejando claro lo que todo el mundo sabe pero pocos se atreven a decir: en Cuba, la universidad y las oportunidades están condicionadas a ponerse el uniforme verde olivo.
David sabe bien de lo que habla. Él mismo sirvió dos años en el servicio militar, una etapa que describe como traumática. Por eso, ahora que su hijo enfrenta la misma situación, revive los temores, las carencias y el miedo que marcaron esa experiencia.
“Ya me pongo en el lugar de cada padre de un joven en edad de servicio militar, y duele verlo en esta encrucijada; entre lo que no desean y lo que deben hacer para seguir adelante”, escribió, extendiendo su oración a todos los jóvenes que hoy son obligados a cumplir con ese deber.
Su mensaje terminó con una súplica que resume el sentir de miles de familias cubanas: “Cuánto nos gustaría que nuestros hijos solo tuvieran que pensar en estudiar, en avanzar… y, en el caso de servir a su país, hacerlo desde el bien, en construir, no en colgarse un uniforme verde olivo impuesto”.
En los últimos meses, historias como esta se han multiplicado. Desde Guantánamo hasta Pinar del Río, padres y madres denuncian accidentes, lesiones y hasta muertes dentro de las unidades militares. Hace poco, un soldado de la Brigada de la Frontera resultó gravemente herido, mientras otra madre clamaba justicia por su hijo fallecido durante el cumplimiento del servicio.
También estremeció el caso de un joven que perdió la visión de un ojo mientras estaba bajo custodia militar. Todos estos testimonios, junto a tragedias anteriores como la explosión dentro de una unidad que costó la vida a varios reclutas, pintan un panorama alarmante: un sistema militar lleno de carencias, riesgos y silencio institucional.
Cada historia parece repetir el mismo patrón: dolor, incertidumbre y familias exigiendo respuestas que nunca llegan. Y mientras tanto, nuevos padres como David siguen rezando para que sus hijos no corran la misma suerte que tantos otros. Porque en Cuba, servir “a la patria” todavía puede costarte la vida.