Durante 25 años, la historia de Santiago Iglesias Broum —o como todos lo conocían, “Chaguito”— parecía enterrada. Este marinero tunero salió un día rumbo a La Habana y nunca regresó. Su familia se quedó con el alma en vilo, sin saber si llorar o esperar, viviendo entre la duda y la esperanza. Pero ahora, un cuarto de siglo después, un hombre parecido a él ha aparecido vagando por Pinar del Río, y las redes están que arden.
Una foto borrosa y un mar de teorías
Todo empezó con unas imágenes publicadas en Facebook. En ellas se veía a un deambulante en Ovas, un pequeño pueblo pinareño. Tenía los mismos rasgos que “Chaguito”, el marinero perdido. Los comentarios no tardaron en explotar: “¡Es él!”, aseguraban muchos. Pero después de 25 años y solo con fotos, su familia no está tan segura.
La publicación se volvió viral en cuestión de horas. Y no es para menos: detrás del misterio hay una mezcla de nostalgia, tristeza y curiosidad. Un hombre que se hace llamar Santiago, que lleva tiempo viviendo en las calles, y que, según varios testigos, tiene la mirada perdida pero el mismo rostro de aquel joven que desapareció en los noventa.
Vecinos que lo reconocen y una historia que no muere
Entre los comentarios, una exvecina del municipio Amancio Rodríguez, María Antonia Toranzo, dijo reconocerlo sin dudar. “Ese es Chaguito, el mismo de toda la vida”, escribió. Explicó además que el apodo era la forma cariñosa de llamarlo en el barrio. Su comentario encendió la chispa: si era verdad, el caso podría cerrarse después de más de dos décadas de incertidumbre.
Pero la historia se complica. Otros aseguran haber visto al mismo hombre en distintos lugares: Playa Baracoa, el Mariel, La Víbora… siempre errante, con otro nombre —Alfredo— y con claros signos de deterioro mental. Hablaba inglés, dibujaba planos en el suelo y vivía de la caridad de la gente.
Una familia entre la esperanza y el miedo
Para los suyos, la noticia removió heridas viejas. “Han sido 25 años de angustia”, dijo una sobrina. En los 90 no existían las redes, solo las denuncias policiales y el boca a boca. Ahora, una simple publicación puede unir a cientos de personas y hacer que la historia cruce provincias en minutos.
Aun así, la familia quiere pruebas. Una tía dijo que solo podría reconocerlo si ve las manos: “Él tenía algo particular en los dedos”. Varias fotos recientes muestran a este “Chaguito” de Ovas con las manos al descubierto, pero la confirmación definitiva todavía no ha llegado.
El efecto dominó: más desaparecidos salen a la luz
El caso de “Chaguito” destapó una caja de Pandora. En los comentarios empezaron a surgir otras historias: primos, hermanos, hijos que también desaparecieron hace años y que nadie volvió a ver. Historias de dolor repetidas por toda Cuba.
Y entre tanto testimonio, se repitió la misma pregunta: ¿qué hace la PNR con tantos deambulantes? ¿Por qué no se intenta identificarlos? Muchos de ellos podrían ser precisamente esas personas que sus familias siguen buscando.
Más que un caso, un espejo de la realidad cubana
El misterio de “Chaguito” no solo revive una historia personal. Pone sobre la mesa un tema que en Cuba casi no se habla: las desapariciones. No hay estadísticas, ni reportes oficiales, ni respuestas claras. Las familias investigan por su cuenta, movidas por la fe y el amor, y hoy, gracias a las redes sociales, también por la solidaridad digital.
¿Será “Chaguito” el mismo marinero que se perdió hace 25 años? Todo parece indicar que sí. Pero hasta que no haya un reencuentro cara a cara —o una prueba de ADN—, el caso sigue abierto. Lo que sí es seguro es que su historia, viva o no, ya ha servido para ponerle rostro a un drama que muchos prefieren ignorar.