En Cuba no hay petróleo ni para mover una piedra… pero siempre aparece algo de combustible cuando se trata de llenar una tribuna. Este jueves, mientras miles de cubanos amanecían sin transporte y con los apagones a la orden del día, el Gobierno decidió organizar un acto político en apoyo a Palestina, justo en la Tribuna Antimperialista de La Habana. Y sí, hubo guaguas, altavoces, pancartas y toda la maquinaria estatal lista para el show.
Desde bien temprano, las redes sociales se llenaron de fotos y videos de la multitud concentrada frente al Malecón habanero. “¿De dónde salió tanto transporte?”, fue la pregunta que muchos se hicieron. Porque mientras la gente tiene que esperar horas bajo el sol para moverse de un municipio a otro, de pronto aparecieron ómnibus escolares, guaguas laborales y hasta camiones para trasladar a los asistentes al acto político.
El evento, convocado por el Partido Comunista, fue presentado como una muestra de “solidaridad con la causa palestina”. Pero más de uno lo vio como otra maniobra para distraer la atención de los verdaderos problemas del país: la escasez de alimentos, los cortes eléctricos interminables y, por supuesto, la falta de combustible que mantiene paralizado al transporte público.
Según los medios oficiales, más de 100 mil personas participaron en la concentración, una cifra que suena difícil de creer en un momento en que hasta los eventos culturales se suspenden por falta de transporte. Pero el Gobierno lo hizo posible, con Miguel Díaz-Canel y su esposa, Lis Cuesta, presidiendo el acto como si no hubiera una emergencia energética en marcha.
“Fue ratificado el inquebrantable apoyo del Partido, del gobierno y del pueblo cubano a la causa palestina”, publicó la cuenta oficial de la Presidencia de Cuba en X (antes Twitter). Sin embargo, en las calles, el comentario más repetido fue otro: “¿Y el apoyo a los cubanos, pa’ cuándo?”.
La ironía es dolorosa: mientras los trabajadores se quedan varados sin ómnibus para llegar a sus centros laborales, el régimen logra movilizar decenas de vehículos para llenar una tribuna al amanecer. Todo esto en un país donde las guaguas apenas circulan, las gasolineras permanecen vacías y los apagones llegan sin aviso previo.
Una vez más, el Gobierno demostró que cuando se trata de propaganda, no hay escasez que valga. Pero para el cubano de a pie, que no tiene cómo llegar al trabajo, a la escuela o al hospital, ver tanto transporte estatal disponible para un acto político es como un insulto en la cara.
Porque sí, Cuba puede estar sin luz, sin comida y sin gasolina… pero jamás sin acto.