En una movida que pocos imaginaron, Nicolás Maduro intentó abrir las puertas del petróleo y la minería venezolana a empresas estadounidenses, ofreciendo limitar sus lazos con Rusia, China e Irán, todo para evitar una posible intervención militar de Estados Unidos.
Según reveló The New York Times, el líder chavista incluso redujo el envío de crudo hacia Cuba, dejando a la dictadura de La Habana en una situación energética aún más crítica. Una decisión que, aunque buscaba salvar el pellejo político de Maduro, terminó golpeando al régimen de su principal aliado en el Caribe.
Durante meses se mantuvieron negociaciones secretas entre enviados de Caracas y Washington, que llegaron a incluir la posibilidad de que empresas norteamericanas obtuvieran una participación dominante en el sector petrolero venezolano. Incluso, Maduro habría ofrecido desviar el petróleo que antes enviaba a China hacia el mercado estadounidense, en un intento desesperado por frenar la presión militar.
Pero el intento se vino abajo. El gobierno de Donald Trump decidió suspender las conversaciones, sobre todo tras la intervención de Marco Rubio, quien advirtió que cualquier trato con Maduro equivaldría a “legitimar a un fugitivo de la justicia estadounidense”.
Fuentes citadas por el diario aseguran que el chavista estaba dispuesto a romper vínculos con sus aliados más poderosos, con tal de mantener su poder y evitar un enfrentamiento directo con Estados Unidos. El precio fue alto: Cuba se quedó sin el combustible que sostiene su frágil sistema eléctrico, un golpe directo a su ya deteriorada economía.
Mientras tanto, empresas como Chevron y Shell obtuvieron licencias del Tesoro estadounidense para operar en Venezuela, lo que algunos interpretaron como un posible cambio de estrategia de Washington. Sin embargo, el acercamiento no logró suavizar las sanciones ni normalizar las relaciones.
Este intento de negociación solo expuso la debilidad del modelo chavista y dejó en evidencia que Maduro está dispuesto a sacrificar a cualquiera —incluso a Cuba— con tal de aferrarse al poder.
El conflicto también tomó un giro más tenso a finales de septiembre, cuando Estados Unidos anunció un cambio de táctica militar, trasladando sus operaciones antidrogas hacia las rutas terrestres dentro de Venezuela. El Pentágono evalúa incluso el uso de drones armados para atacar laboratorios y líderes del narcotráfico vinculados al régimen, según la acusación de que Maduro encabeza el llamado “Cártel de los Soles”, por el que Washington ofrece una recompensa de 50 millones de dólares.
Mientras el chavismo se tambalea, La Habana sufre las consecuencias. El ministro cubano Vicente de la O Levy reconoció en televisión estatal que “el combustible no da para todo el mes”, admitiendo que solo quedan reservas “para unos pocos días”.
El panorama es desolador. Cuba vive la peor crisis energética de su historia reciente, con apagones que alcanzan las 20 horas diarias, termoeléctricas destrozadas y un Sistema Eléctrico Nacional al borde del colapso. A pesar de que en septiembre la isla recibió un leve respiro con el arribo de unos 52,000 barriles diarios desde Venezuela, eso está muy lejos de los 96,000 barriles que llegaban en tiempos de bonanza chavista.
