Una triste noticia estremeció a Santiago de Cuba este jueves: Anabel Rodríguez Martínez, una adolescente de apenas 15 años, perdió la vida tras una dura batalla contra la insuficiencia renal crónica, en medio del colapso sanitario que sufre la isla.
Su muerte ha dejado una profunda huella entre familiares, amigos y activistas que siguieron su caso con esperanza y dolor. “Anabel no perdió la batalla, simplemente se cansó de tanto sufrimiento”, escribió en redes el activista Yasser Sosa Tamayo, quien acompañó de cerca la historia de la joven. “Una vida tan joven no debería apagarse así. En un país donde tantas cosas faltan, no debería faltar la oportunidad de seguir viviendo”, añadió, con palabras que resumen la impotencia de muchos cubanos.
El llamado Proyecto Esperanza, vinculado a los Joven Club de Computación, también lamentó su partida. Recordaron que, pese a sus graves problemas de salud, Anabel encontraba alegría en el mundo de la tecnología. Se graduó como operadora de microcomputadoras y adoraba las películas de Barbie y los juegos en la tablet. Su entusiasmo contrastaba con la realidad de un sistema incapaz de garantizar lo más básico: la salud.
Meses atrás, las redes se movilizaron para conseguirle un catéter 6.5, imprescindible para continuar su tratamiento de hemodiálisis luego de una cirugía fallida. Muchos cubanos dentro y fuera del país hicieron donaciones que llegaron directamente a su madre, pero la falta de recursos médicos y la negligencia del sistema terminaron pesando más que la solidaridad de la gente.
Anabel llevaba tres años sometida a diálisis, sin poder orinar y con un estado de salud que se deterioraba a pasos agigantados. Su historia es solo una más entre tantas víctimas del desmantelado sistema de salud cubano, que el régimen aún intenta vender al mundo como ejemplo.
Otras madres de niños con enfermedades crónicas también han denunciado que los pacientes con insuficiencia renal son los grandes olvidados del sistema, sin prioridad ni recursos suficientes para sobrevivir. “La impotencia de saber que se pudo evitar… Pido un poquito más de atención para estos niños que sufren tanto o más que los de cáncer”, expresó Mirneyis Socarrás, madre de una paciente ingresada junto a Anabel.
La joven murió rodeada del cariño de un pueblo que, aunque vive con lo justo, siempre encuentra la forma de ayudar y acompañar. Sin embargo, su partida vuelve a poner en evidencia la mentira del mito médico cubano: un país donde los hospitales se caen a pedazos, faltan medicamentos esenciales y los niños mueren esperando un tratamiento que nunca llega.