Un nuevo accidente ferroviario sacudió la noche camagüeyana este jueves, cuando un tren de pasajeros impactó contra un camión cisterna de combustible en el municipio de Minas, provocando el descarrilamiento parcial de la locomotora y dejando tres personas heridas.
El siniestro ocurrió cerca de las 9:20 p.m. del 9 de octubre, en el kilómetro 31 del ramal que conecta Camagüey con Nuevitas, según confirmó en redes sociales el ministro de Transporte del régimen, Eduardo Rodríguez Dávila. La locomotora 38141 del tren Extra 585 chocó contra un vehículo de Cupet, empresa estatal de combustibles, que cruzó el paso a nivel sin las debidas precauciones.
Los lesionados —el auxiliar de maquinista, el chofer del camión y su acompañante— fueron llevados al hospital provincial de Camagüey, donde permanecen fuera de peligro. Afortunadamente, los pasajeros salieron ilesos, aunque vivieron momentos de pánico en un sistema ferroviario cada vez más deteriorado.
El tren había salido de la terminal de Camagüey a las 5:40 p.m. rumbo a Nuevitas, con cinco vagones y decenas de pasajeros. Luego del accidente, los viajeros fueron evacuados en ómnibus locales, una medida improvisada que evidencia la falta de protocolos y recursos para responder ante emergencias.
Tras el choque, se presentaron en el lugar autoridades del Partido Comunista, el Ministerio del Interior, la Defensa Civil y la empresa Ferrocarriles Centro Este. Sin embargo, la realidad es que los trenes cubanos viajan sobre rieles oxidados, locomotoras envejecidas y un sistema de seguridad prácticamente inexistente.
El tránsito ferroviario sigue interrumpido mientras se intenta despejar la línea. Desde Camagüey se envió otra locomotora para asistir en las labores de recuperación, una tarea que, como tantas otras en Cuba, depende más del ingenio de los trabajadores que del respaldo estatal.
Rodríguez Dávila lamentó el accidente y repitió su discurso de siempre, pidiendo “mayor atención al conducir en los pasos a nivel”. Pero en la práctica, los accidentes ferroviarios en Cuba se han vuelto algo cotidiano, consecuencia directa del abandono del transporte público y de la falta de inversión en infraestructura.
En los últimos meses, los trenes cubanos han protagonizado una cadena de siniestros que revelan el grado de descomposición del sistema. En agosto, un tren proveniente de La Habana chocó contra un auto de renta en San Cristóbal. Ese mismo mes, otro tren descarriló en Matanzas dejando cinco heridos. En julio y mayo se reportaron nuevos accidentes en Ciego de Ávila, Santa Clara y Camagüey.
El denominador común en todos los casos es el mismo: falta de mantenimiento, negligencia y abandono estatal. El régimen insiste en vender la imagen de un sistema ferroviario “en recuperación”, mientras los cubanos siguen viajando en trenes viejos, con rieles deformados y señalizaciones obsoletas.