Sandro Castro, el nieto del mismísimo Fidel Castro, volvió a prender fuego en las redes con una respuesta que muchos catalogaron como “una joya del sarcasmo tropical”. En una historia de Instagram, el heredero de la dinastía más poderosa de Cuba decidió aclarar —una vez más— que él no tiene privilegios por su apellido.
Un seguidor curioso le preguntó directamente:
“¿Qué se siente al llevar el apellido Castro y tener ventajas sobre el resto?”.
Y Sandro, sin titubear, contestó:
“No entiendo a qué ventaja se refiere. Yo soy de pueblo igual que todos”.
Sí, así mismo. El nieto del hombre que gobernó Cuba por más de medio siglo asegura que es “de pueblo”. Y aunque la frase provocó risas, memes y hasta un par de infartos de incredulidad, él parece estar convencido de que su vida es igualita a la del cubano promedio… claro, si ese cubano promedio maneja un Mercedes Benz y celebra cumpleaños en bares privados.
“Revolucionario sí, comunista no”: el discurso que nadie entiende
Lo curioso es que esta declaración llega apenas una semana después de que Sandro afirmara en otra historia de Instagram:
“Revolucionario sí, comunista no”.
Según él, respeta “a su país y a su gobierno”, pero no se siente identificado con el comunismo. Una línea fina, ambigua y resbaladiza que muchos interpretan como su intento de quedar bien con todos los bandos: los que viven dentro, los que se fueron y los que aún creen en la revolución de su abuelo.
Entre lujos, fiestas y contradicciones
A Sandro le encanta decir que es un cubano más, pero su vida en redes sociales muestra otra realidad: fiestas elegantes, carros de lujo y copas en alto. En diciembre de 2024, defendió su cumpleaños celebrado en el Bar EFE, su propio negocio privado, asegurando que todo estaba “dentro de la legalidad”. Lo dijo, casualmente, mientras hablaba desde un Mercedes.
Para muchos, ese es el detalle que delata la desconexión entre su discurso “de pueblo” y su estilo de vida “de élite”. Aunque insiste en mostrarse cercano al cubano común, sus videos y publicaciones parecen sacados de un reality show sobre la alta sociedad habanera.
“Soy un Castro”, pero con filtro de Instagram
A través de fotos en las que aparece disfrazado, tomando cerveza o lanzando frases misteriosas, Sandro mantiene su marca personal: una mezcla de humor, provocación y arrogancia heredada. En un país donde la mayoría apenas puede costear lo básico, su “vida de pueblo” suena más a ironía que a realidad.
Y aunque su apellido sigue pesando, él intenta jugar con eso, entre orgullo y sarcasmo: “Soy un Castro”, suele decir… pero con filtros, hashtags y stories.
