La tensión volvió a sentirse fuerte esta semana en la Ciudad de México, donde un grupo numeroso de ciudadanos salió a las calles a exigir la deportación inmediata de los migrantes cubanos y centroamericanos que avanzan en caravana desde Tapachula rumbo al norte. Lo que para muchos migrantes representa una lucha por la dignidad y la supervivencia, otros lo ven como una amenaza.
En varios videos que circularon por redes sociales se escucha claramente a los manifestantes gritando “¡Fuera de aquí, este no es su país!” y “¡Deportados, deportados!”, mientras se lanzaban consignas cargadas de rabia y rechazo. Según ellos, la llegada de tantos migrantes supone un riesgo para la seguridad social y una carga para las comunidades más golpeadas por la pobreza.
Uno de los manifestantes gritó con furia: “Este país es de los mexicanos que vivimos aquí. Ustedes no tienen derecho a estar en México. No lo tienen. ¡Fuera del país!”. Y para colmo, intentó justificarse diciendo que no se trataba de discriminación, sino de “seguridad social”. Otros fueron más violentos en su discurso, llegando a decir: “No necesitamos más gente. Váyanse a sus países. O crucen el cerco y que Trump los agarre allá”, dejando claro que la intolerancia no conoce fronteras.
Mientras tanto, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional respondieron con mano dura en Pijijiapan, Chiapas, donde realizaron redadas violentas contra los migrantes, según denunció la organización Pueblos Sin Fronteras. El director del colectivo, Irineo Mujica, calificó lo ocurrido como “una verdadera cacería”, asegurando que “a los migrantes se les trató peor que a criminales”. Testimonios hablan de mujeres y niños acorralados y de enfrentamientos donde los migrantes lanzaron piedras para defenderse de los agentes.
La caravana, formada por más de mil personas de Cuba, Venezuela, Honduras, Haití y otros países, partió el 1 de octubre desde Tapachula con la intención de llegar a Ciudad de México para exigir su regularización migratoria o permisos de asilo. Muchos de ellos insisten en que no buscan llegar a Estados Unidos, sino establecerse legalmente en México, trabajar y vivir sin miedo.
Sin embargo, la corrupción dentro del Instituto Nacional de Migración y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) ha complicado todo el proceso. Migrantes denuncian sobornos, demoras interminables y negativas arbitrarias, lo que los empuja a tomar las carreteras como única vía para hacerse escuchar.
La reacción de una parte de la sociedad mexicana ha sido cruda y preocupante. Pero en las redes, muchos internautas han puesto el dedo en la llaga, recordando la doble moral de quienes ahora rechazan a los migrantes. “Entonces se ofenden cuando los americanos les hacen lo mismo a sus familiares”, comentó un usuario en Instagram, en referencia a los mexicanos que protestan mientras miles de sus compatriotas sufren persecución y deportaciones en Estados Unidos.
Entre el cansancio y la esperanza, una migrante cubana expresó antes de salir de Tapachula: “No queremos que nos regalen nada, sólo que nos dejen salir adelante como seres humanos”.