Anna Sofía Benítez Silvente se ha vuelto una de esas voces jóvenes que rompen el molde en Cuba. Después de que su video se hiciera viral —donde criticó abiertamente la situación económica del país y la falta de libertad de expresión—, muchos corrieron a juzgarla. Pero ella no se quedó callada. En un nuevo mensaje, la muchacha decidió responder con la misma fuerza que la hizo viral: sin miedo y con mucha claridad.
“Ya tengo mi título… muchas gracias a todos por el apoyo”, comenzó diciendo la joven de apenas 20 años, antes de soltar una de esas reflexiones que duelen por lo sinceras: habló de cómo en Cuba se ha normalizado vivir con carencias, resignarse a la miseria y aceptar el silencio como forma de sobrevivir.
“Mi guitarra de un dólar y mi refri lleno de resistencia”
Con un toque de ironía, Anna Sofía se burló de quienes la criticaron por tener algunas comodidades en casa. Algunos usuarios en redes le dijeron que “no podía hablar de pobreza teniendo un televisor o un sofá”. Ella respondió con humor:
“Mi guitarra de un dólar, mi sofá de un dólar, mi televisor de un dólar y mi refri de un dólar… que ahora mismo está lleno de seis libras de continuidad y cuatro kilos de resistencia”.
Una respuesta brillante que, entre la risa y la rabia, refleja lo absurdo del discurso oficial: en Cuba, tener una nevera o un televisor parece ser “lujo” suficiente como para no tener derecho a quejarte. Pero Anna Sofía fue tajante: tener cosas básicas no significa vivir bien, ni mucho menos callar ante la realidad.
“Nada de eso me lo dio la revolución”
La joven aclaró que nada de lo que tiene se lo debe al sistema. Y aunque recibe ayuda ocasional de una hermana que emigró, el día a día lo resuelve junto a su madre. “Ninguna de esas comodidades me las ha dado la revolución”, dijo sin titubeos.
Además, cuestionó algo que muchos piensan, pero pocos se atreven a decir: la dependencia de las remesas. “El cubano está mal acostumbrado a que si un familiar emigra, tiene que mantener a la familia de aquí. No siempre debe”, sentenció.
Para Anna Sofía, la dignidad pasa por poder vivir del propio trabajo y de los estudios, sin tener que depender del dinero que llega del exterior.
“Vender croquetas da más que ser cirujano”
Con una mezcla de sarcasmo y frustración, la joven habló también del colapso del valor profesional en Cuba: “Vender croquetas gana más que un cirujano, un ingeniero o un científico”. Y lo dijo sin despreciar los oficios, sino como una crítica al sistema que desmotiva a los jóvenes a estudiar o quedarse en el país.
Según ella, el amor a la patria no se impone a base de miedo ni consignas. “El amor a Cuba debe venir de resultados, vivencias e historia, no de adoctrinamiento”, expresó.
“Aquí no se puede decir lo que uno piensa”
Anna Sofía denunció además que muchos cubanos no pueden expresar lo que piensan sin miedo a represalias. “Muchos me dicen: ‘Estoy de acuerdo contigo, pero no te puedo dar like ni compartir porque trabajo en un lugar donde me puede traer consecuencias’”, contó.
También criticó los “trabajos voluntarios” obligatorios y las reuniones políticas donde todo está filtrado y manipulado. Con una frase demoledora, comparó esas apariencias con su nevera: “Así como mi refrigerador… se ve bonito, pero está vacío por dentro”.
Una voz que no se apaga
Más allá de los ataques que recibió —incluidas amenazas y burlas—, el mensaje de Anna Sofía ha conectado con miles de cubanos dentro y fuera de la isla. Su valentía ha reavivado un debate urgente sobre la libertad de expresión, la pobreza y la dignidad.
Ella cerró su discurso con una frase que resume todo su sentir:
“La realidad es una sola, la verdad es una sola. El sol no se puede tapar con un dedo”.