Cada año, más de 300 especies de aves migratorias cruzan el cielo cubano buscando descanso y alimento después de su largo viaje desde América del Norte. Pero lo que debería ser un paraíso natural, en algunos rincones de La Habana se ha convertido en una trampa mortal. Activistas y defensores del bienestar animal han lanzado la alarma: se están colocando trampas ilegales para capturar aves, especialmente en zonas como el Cotorro y el Parque Metropolitano.
La organización Bienestar Animal Cuba (BAC-Habana) denunció en sus redes sociales que estas aves, que llegan exhaustas tras recorrer miles de kilómetros, se encuentran con redes, jaulas y cazadores que las atrapan para venderlas o tenerlas en cautiverio. “Encerrarlas para escuchar su canto es un acto cruel y profundamente injusto”, escribieron, acompañando su mensaje con imágenes que estremecen.
Las especies más afectadas son azulejos, bijiritas y zorzales, todas valiosas no solo por su belleza, sino también por su función ecológica. Estas aves ayudan a controlar plagas y a dispersar semillas, contribuyendo al equilibrio de los ecosistemas cubanos. Pero, una vez encerradas, muchas mueren por estrés, desnutrición o pérdida del plumaje, incapaces de sobrevivir fuera de su entorno natural. Las que logran vivir, lo hacen repitiendo un canto vacío, sin cielo ni libertad.
Lo más grave es que esta práctica, además de ser cruel, es completamente ilegal. El Decreto-Ley 31 de Bienestar Animal prohíbe tener animales silvestres sin autorización, y Cuba forma parte de acuerdos internacionales como la Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias (CMS). Sin embargo, como suele ocurrir, las leyes existen pero la vigilancia es mínima.
BAC-Habana asegura que cada año las trampas se multiplican y que muchas de las aves terminan vendidas como mascotas o alimento. En los últimos meses, incluso se ha detectado que algunas especies protegidas se venden en el mercado negro. En el oriente cubano, por ejemplo, el pitirre abejero se ofrece a 400 pesos la libra, una cifra que refleja cómo la crisis alimentaria ha convertido la caza ilegal en una salida desesperada.
Los ejemplos sobran. En Matanzas, un hombre fue captado intentando subastar un halcón peregrino —una de las aves más rápidas del mundo y en peligro de extinción— a través de redes sociales. Y en el aeropuerto José Martí, las autoridades interceptaron a un cubano que trataba de sacar aves vivas ocultas en su equipaje, evidenciando que el tráfico de fauna ya tiene conexión con redes internacionales de contrabando.
Frente a esto, los activistas piden más vigilancia, educación ambiental y sanciones reales. Como bien recordó BAC-Habana, las aves migratorias no pertenecen a ningún país: son símbolo de libertad y parte del patrimonio natural de todos. Convertirlas en adorno o mercancía no solo las priva de su vuelo, también empobrece la naturaleza cubana.
Y tú, ¿alguna vez has visto un ave migratoria en libertad? Tal vez después de leer esto la mires con otros ojos… y más respeto. 🕊️