Cárdenas amaneció de luto y con el alma partida. El dengue hemorrágico cobró la vida de Yuniel, un joven querido, trabajador y lleno de sueños, cuya muerte ha desatado una ola de indignación en la provincia de Matanzas. Mientras el régimen insiste en repetir que “no hay fallecidos por dengue”, la realidad en las calles cubanas grita todo lo contrario.
La noticia fue confirmada por el comunicador Christian Arbolaez, quien compartió en Facebook un mensaje lleno de dolor. Describió a Yuniel como un muchacho fuerte, alegre y muy querido por su comunidad. Su partida, escribió, “no solo duele, sino que deja un vacío imposible de llenar”.
Según vecinos del barrio, Yuniel comenzó con fiebre alta, dolor en el cuerpo y un malestar general que rápidamente se agravó. Fue llevado al Hospital Julio Miguel Aristegui Villamil, pero el virus avanzó con una velocidad implacable. Horas después, su corazón se detuvo. Nadie pudo hacer nada.
El caso ha dejado a Cárdenas sumida en la tristeza, pero también en la rabia. Porque todos saben que su muerte pudo evitarse. Vecinos denuncian que hace meses no se fumiga, que la basura se acumula en las esquinas, los salideros corren sin control y los mosquitos reinan por todas partes. “Esto se salió de control”, escribió Arbolaez, reflejando lo que muchos ya sienten: una desesperanza que crece día tras día.
En medio del calor, los apagones y la crisis sanitaria, el dengue, el chikungunya y hasta el oropouche se han convertido en huéspedes permanentes en los hogares cubanos. Y mientras tanto, las autoridades siguen negando lo evidente, maquillando cifras y culpando al “bloqueo” de una ineficiencia que es toda suya.
La muerte de Yuniel puso rostro a una tragedia nacional. No era una cifra en un parte médico ni una línea en una estadística oficial. Era un hijo, un padre, un amigo. Era pueblo. Su pérdida ha dejado un hueco en su familia y en toda una comunidad que se siente sola, sin amparo, sin respuestas.
“Hoy Cárdenas llora”, escribió Arbolaez. “Llora por Yuniel, por sus hijos, por una ciudad que pide auxilio a gritos y por un país donde las soluciones llegan tarde, cuando ya el daño está hecho.”
Las redes sociales se llenaron de mensajes de dolor y de furia. Decenas de amigos, vecinos y conocidos compartieron recuerdos, exigieron explicaciones y pidieron justicia. Muchos, entre lágrimas, repiten la misma frase: “Esto no tenía que pasar.”
