El régimen cubano volvió a negar cualquier implicación en la guerra de Ucrania, calificando como “calumniosa” cualquier acusación que lo vincule con la invasión rusa. En un comunicado oficial, la Cancillería afirmó que las denuncias de Estados Unidos y algunos medios internacionales carecen de evidencia y cumplen un “servicio encomendado” más que reflejar la realidad.
Sobre los mercenarios cubanos que combaten en el conflicto, La Habana insiste en que no dispone de información precisa y que ninguno de ellos actúa con el consentimiento, estímulo o compromiso del Estado cubano. Según el comunicado, entre 2023 y 2025 se abrieron 9 procesos judiciales por mercenarismo, afectando a 40 personas; 26 de ellas recibieron penas de entre 5 y 14 años de cárcel.
El gobierno asegura que las agencias que reclutan combatientes no tienen sede ni vínculos en Cuba y que la mayoría de los cubanos se enrola desde el extranjero, como ocurre con mercenarios de otras nacionalidades. Este discurso de “manos limpias” no es nuevo: en junio, el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío afirmó que La Habana había denunciado públicamente la participación de sus nacionales en la guerra.
Pero los datos apuntan en otra dirección. La inteligencia militar ucraniana (HUR) denunció recientemente que Rusia ha reclutado al menos 20,000 cubanos para luchar como mercenarios en su conflicto con Ucrania. Según Andriy Yusov, representante de HUR, Cuba se posiciona como el principal origen de combatientes extranjeros al servicio de Moscú.
Entre junio de 2023 y febrero de 2024, más de mil cubanos firmaron contratos con el Ejército ruso, con una edad promedio de 35 años y un salario de alrededor de 2,000 dólares mensuales. HUR indicó que unos 250 permanecieron en el frente después de que vencieron sus contratos, y que la mortalidad entre los mercenarios extranjeros suele ocurrir entre los 140 y 150 días tras el despliegue.
Los informes incluyen listados con nombres, edades, fechas de firma de contratos y fallecimientos, e incluso se menciona a una reclutadora que habría alistado entre 6,000 y 7,000 personas. Según la inteligencia ucraniana, el Kremlin encuentra conveniente el uso de mercenarios extranjeros: si un cubano muere, no hay obligaciones de prestaciones ni presión de familiares dentro de Rusia.
Mientras La Habana insiste en su versión oficial, la evidencia internacional pinta un panorama muy distinto: los cubanos están siendo enviados al frente, expuestos a la guerra y a la muerte, mientras el régimen se lava las manos y mantiene su narrativa de inocencia.