La madrugada del domingo se volvió una película de acción en el municipio Playa, en La Habana, cuando los bomberos llegaron de emergencia a la casa del músico cubano David Calzado, director de la mítica agrupación La Charanga Habanera, tras reportarse humo saliendo del segundo piso del inmueble.
Según la página de Facebook La Tijera, vecinos aseguraron que desde dentro del hogar se escuchaban gritos desesperados y golpes contra las paredes, mientras alguien gritaba “¡Hay que romper la pared!”. Aquello, más que un simple susto, levantó sospechas de que no se trataba solo de un incendio, sino de un posible intento de robo.
Cuando los bomberos y los equipos de emergencia entraron, la casa estaba vacía. Los supuestos implicados ya habían desaparecido, dejando atrás el humo y la confusión. De acuerdo con fuentes cercanas al artista, ni Calzado ni su familia se encontraban en el domicilio durante el suceso, lo que evitó una tragedia mayor.
Las imágenes difundidas por La Tijera muestran un carro cisterna estacionado frente a la vivienda del famoso músico, testimonio visual de una madrugada tensa y misteriosa.
Pero más allá del susto en casa de David Calzado, lo ocurrido vuelve a poner sobre la mesa el tema más preocupante para los cubanos de a pie: la inseguridad. Cada día son más frecuentes los reportes de robos, asaltos y ataques violentos en todo el país, mientras las autoridades guardan silencio o minimizan los hechos.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, un consultorio médico fue saqueado varias veces. Los ladrones se llevaron medicamentos, equipos y hasta las pertenencias del personal de salud, dejando a la comunidad sin uno de sus pocos espacios de atención.
En La Habana, la policía detuvo a un joven que había robado una moto eléctrica en plena calle, pero solo gracias a las cámaras de seguridad. Lo irónico es que el detenido tenía antecedentes penales por hechos similares, lo que deja claro que la impunidad se ha vuelto norma en la capital.
La violencia también está tocando niveles alarmantes. Una cubana relató en redes sociales que fue atacada con brutalidad mientras conducía su moto, y que el agresor le arrebató el vehículo. Desesperada, ofreció una recompensa por su propiedad, porque —como dijo— “de la policía no espero nada”.
Y no es para menos. En otro episodio reciente, también en Santiago, un presunto ladrón fue sorprendido mientras huía con objetos robados, y los vecinos, hartos del abuso, lo interceptaron y casi lo linchan antes de que llegara la policía. Solo entonces aparecieron los agentes, cuando ya todo estaba resuelto por el propio pueblo.
Estos hechos muestran un país donde la inseguridad crece al mismo ritmo que la desesperanza, mientras el régimen prefiere mirar hacia otro lado. Entre el caos económico, la falta de recursos y la ineficiencia de las instituciones, la delincuencia se ha convertido en el reflejo de un sistema que hace tiempo perdió el control de las calles y de la confianza de su gente.
Como dijo un usuario en redes tras el suceso en la casa del director de La Charanga Habanera:
“Si roban en la casa de un famoso, imagínate lo que nos espera a los demás.”