El líder opositor cubano José Daniel Ferrer García reapareció ante la prensa estadounidense tras su exilio forzoso, y lo hizo con un mensaje tan firme como conmovedor: su meta es regresar a Cuba para poner fin a la dictadura que oprime al pueblo desde hace más de seis décadas.
Durante su intervención en la sede de la Fundación Cubano Americana en Miami, Ferrer habló con el corazón en la mano. Acompañado por su familia y rodeado de otros activistas, dejó claro que su exilio no significa rendición, sino una pausa estratégica. “Mi intención es regresar lo más pronto posible para acabar con la tiranía”, aseguró con esa convicción que lo ha convertido en uno de los rostros más valientes de la oposición cubana.
El líder de Unpacu (Unión Patriótica de Cuba) aprovechó el momento para denunciar las condiciones infrahumanas de las cárceles del régimen, donde él mismo fue víctima de abusos y torturas. Con voz firme, rindió homenaje a los más de mil presos políticos que siguen tras las rejas solo por pensar diferente. Mencionó nombres que estremecen a cualquier cubano con dignidad: Luis Manuel Ferrer, Félix y Saily Navarro, Lisandra Góngora, entre otros que aún pagan el precio de la libertad.
Ferrer no solo habló del sufrimiento, sino también de la responsabilidad compartida. “Todos los cubanos, dentro y fuera de la Isla, tenemos culpa de que ese régimen permanezca”, expresó sin rodeos, llamando a la unidad del pueblo en la lucha por recuperar la patria secuestrada por el castrismo.
El opositor dejó claro que su llegada a Estados Unidos no es un retiro, sino el inicio de una nueva etapa de batalla. “Mi intención es dar mi modesto aporte para acorralar al régimen”, afirmó, dejando claro que su voz seguirá resonando contra la tiranía, sin importar dónde esté.
Con profunda tristeza, denunció que mientras millones de cubanos pasan hambre y sobreviven entre apagones y miseria, el régimen continúa gastando millones en represión, en lugar de en comida o medicinas para el pueblo. “La dictadura vive del sufrimiento ajeno”, apuntó, visiblemente indignado.
Su esposa, la doctora Nelva Ismarais Ortega, relató los días de angustia antes del exilio. Entre lágrimas, confesó que temía por la vida de su esposo y sus hijos, y que aceptar la salida fue la única opción para protegerlos de los abusos constantes de la Seguridad del Estado. “José apenas pudo ver crecer a sus hijos, pero ahora, libres, intentaremos recuperar ese tiempo perdido”, dijo emocionada.
Ferrer y su familia llegaron este lunes a Miami en un vuelo de American Airlines, bajo la estricta vigilancia del régimen y con acompañamiento del personal consular estadounidense. El activista había explicado en una carta previa que aceptó el exilio forzado para salvar a su familia de nuevos atropellos y humillaciones, dejando en claro que la dictadura lo quería fuera de la Isla a toda costa.
Durante el proceso de salida, Mike Hammer, encargado de negocios de Estados Unidos en Cuba, se reunió con Ferrer y le reiteró el respaldo de la administración de Donald Trump a su lucha por la libertad de Cuba.
José Daniel Ferrer no se fue derrotado, se fue más libre y más decidido que nunca. Desde Miami, promete seguir alzando la voz por quienes no pueden hacerlo dentro de la Isla. Porque, como él mismo dijo una vez, “el castrismo caerá el día que el miedo cambie de bando”.