Si pensabas que en Cuba ya lo habías visto todo en materia de apagones… espera a leer esto. En la madrugada del sábado, una pipa (sí, un camión cisterna) terminó chocando contra un poste eléctrico en Alamar, dejando buena parte del barrio —y de paso, varias zonas de La Habana— completamente a oscuras.
El suceso fue reportado por la Empresa Eléctrica de La Habana (EELH) en su página oficial de Facebook. Según explicaron, “desde altas horas de la noche hasta esta madrugada, una brigada de la UEB Habana del Este trabajó sin descanso para reparar la avería provocada por el choque del camión con un poste en la Zona 19 de Alamar”. La nota agradeció además la colaboración de los vecinos, que ayudaron a los técnicos en plena oscuridad para que el servicio pudiera restablecerse.
Pero lo del poste fue solo el comienzo. Más allá de los apagones “normales” que ya forman parte del día a día, el sábado fue un verdadero caos eléctrico. Varias zonas de La Habana quedaron completamente sin luz por una cadena de fallas que incluyó incluso una explosión en una subestación eléctrica.
Según informó la EELH, todo empezó con un “disparo” en las líneas 9020-9015, que conectan las subestaciones Naranjito y Melones. Esto afectó a la subestación Talla Piedra, donde ocurrió la explosión. De inmediato se presentaron los bomberos y equipos técnicos para controlar la situación, pero el daño ya estaba hecho: buena parte de la capital quedó sin electricidad durante horas.
Los municipios más afectados fueron Centro Habana, Habana Vieja, San Miguel del Padrón, Arroyo Naranjo, 10 de Octubre y Cerro. En algunos barrios, el apagón fue total; en otros, intermitente. La ciudad, ya de por sí golpeada por los cortes diarios, volvió a hundirse en la oscuridad.
Y por si eso fuera poco, horas más tarde la propia Empresa Eléctrica anunció la salida imprevista de la unidad Felton 1, una de las plantas más importantes del país. Esto agravó todavía más el déficit de energía, que en la capital superó los 120 megavatios.
La situación energética en Cuba parece no tener fin. Desde hace más de cinco años, el país arrastra una crisis marcada por fallas técnicas, equipos obsoletos y un déficit de generación constante. Los apagones ya no son una sorpresa: son parte de la rutina. La gente se ha acostumbrado a cocinar apurada antes del corte, dormir con el calor pegado al cuerpo y usar velas o linternas como si fueran objetos de primera necesidad.
Y aunque los accidentes como el de la pipa en Alamar no son la causa principal del desastre eléctrico, sí ponen en evidencia lo frágil que está el sistema. Basta un poste caído o una línea dañada para que media ciudad se quede sin luz.
Entre averías, explosiones y apagones, la frase “no hay corriente” se ha convertido en la banda sonora de la vida diaria en Cuba.