La crisis eléctrica en Cuba pegó otro bajón este martes con la caída repentina de tres unidades generadoras en la planta Energás Jaruco, en Mayabeque, una de las piezas más importantes del Sistema Eléctrico Nacional.
La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) anunció en su cuenta oficial de Facebook que a las 3:19 de la tarde las unidades 3, 4 y 6 quedaron fuera de servicio “por disparo de la bomba de agua alimentar”. En otras palabras, otro apagón más provocado por el deterioro crónico del sistema, que ya no aguanta ni un estornudo.
Según la propia empresa estatal, se tuvo que aplicar una “vía libre de emergencia” para intentar restablecer el servicio, aunque los cubanos ya saben lo que eso significa: más horas sin luz y menos paciencia en los barrios.
El problema técnico llega justo cuando el país vive una de sus peores crisis energéticas en años. Los reportes oficiales reconocen un déficit de generación superior a los 1,700 megavatios, pero en la calle la historia es otra: los apagones duran hasta 12 horas diarias y el pueblo está al borde del colapso.
La avería en Jaruco no es poca cosa. Esa planta, construida con participación canadiense, usa gas natural del petróleo local para generar electricidad estable en el occidente del país, donde viven más de tres millones de cubanos. Su caída deja sin respaldo una zona que ya viene sufriendo cortes diarios, y pone al desnudo la dependencia absoluta del régimen de una infraestructura podrida y sin mantenimiento.
La falta de inversión, la corrupción y el abandono estatal han dejado al sistema eléctrico nacional en ruinas. Cada mes las cifras de apagones baten récords y las excusas del gobierno son cada vez más absurdas. Apenas la semana pasada, la UNE culpó al sargazo del mar de haber afectado una de las unidades de Jaruco. Sí, como se lee: el sargazo.
Mientras tanto, la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez, conocida como Felton, también sufre su propia pesadilla. Según la UNE, una avería en la caldera de la unidad 1 obligó a detener operaciones y comenzar un proceso de enfriamiento el sábado por la noche. Otro golpe más al ya moribundo sistema energético cubano.
Cada apagón deja al descubierto el mismo guion: un régimen incapaz de garantizar lo más básico, una cúpula que sigue mintiendo mientras el pueblo se ahoga en calor, oscuridad y desesperanza. En un país donde la electricidad es lujo y la verdad escasea, la chispa que falta no está en los cables, sino en el pueblo que ya no aguanta más.