Las redes sociales están que arden con las fotos de Gilbert Man, el polémico cubano que fue condenado a 17 años de prisión por lavado de activos, falsificación fiscal y cohecho. Las imágenes lo muestran sonriente y aparentemente libre, lo que ha desatado una ola de rumores sobre su posible salida de la cárcel tras una década tras las rejas.
Aun así, no existe confirmación oficial de que Gilbert haya sido liberado definitivamente. Nadie sabe con certeza si se trata de una licencia temporal, una visita autorizada, o si simplemente las imágenes son antiguas. Tampoco se ha podido determinar el lugar ni la fecha exacta en que fueron tomadas las fotos, aunque su difusión ha corrido como pólvora por todo Facebook y TikTok.
Una de las páginas que reavivó el tema fue “Jacob Forever – El Taiger”, donde aseguran haber conversado con el propio Gilbert. En ese espacio apareció un mensaje atribuido a él, en el que agradece “volver a sentir la libertad” y habla de lo aprendido durante su encierro.
“Después de 10 años, hoy vuelvo a sentir la libertad, y solo puedo decir gracias. Fueron años duros, llenos de aprendizajes, reflexiones y fe. Sé que ahora hay miradas, opiniones y escrutinio, pero solo yo sé el camino que recorrí y lo que aprendí en él”, dice parte del texto. Gilbert también asegura que empieza “una nueva etapa con humildad”, y que ahora entiende “el verdadero valor de la paciencia y la esperanza”.
Aunque el mensaje suena a despedida de su pasado en prisión, muchos sospechan que podría no tratarse aún de una libertad plena, algo que las autoridades —como siempre— se han negado a aclarar.
Esta no es la primera vez que se filtran fotos de Gilbert fuera de prisión. En 2024 ya habían circulado imágenes similares, que el régimen nunca confirmó ni desmintió, como parte del típico silencio oficial que rodea los casos mediáticos en Cuba.
Gilbert Man saltó a la fama en 2015, cuando la policía irrumpió en su lujosa mansión de Guanabacoa, marcando el inicio de un proceso judicial que el gobierno vendió como un golpe “ejemplar” contra la corrupción. Pero detrás del show mediático, muchos vieron un ajuste de cuentas político: un mensaje del régimen contra quienes acumulan poder o dinero fuera de su control.
Antes de su caída, Gilbert era conocido por su vida de excesos, su gusto por los autos caros y las fiestas desbordadas que compartía en redes sociales. Su fama traspasó fronteras tras huir de la justicia estadounidense, donde enfrentaba cargos por fraude con tarjetas de crédito.
En un intento de limpiar la imagen del proceso, las autoridades convirtieron su casa en un hogar para niños sin familia, presentándolo como símbolo de “justicia social”. Pero en realidad, fue otra jugada propagandística del régimen, que aprovechó la historia de Gilbert para mostrar una supuesta lucha anticorrupción, mientras los verdaderos corruptos siguen intocables dentro del Partido y las altas esferas del poder.
Hoy, si las fotos son ciertas, Gilbert estaría fuera de prisión después de diez años de encierro. Y aunque muchos lo recuerdan por su vida de lujo, su caso deja al descubierto las grietas de un sistema judicial que castiga a unos pocos mientras protege a los de arriba.
En un país donde la justicia se usa como arma política, la historia de Gilbert Man no es solo la de un hombre que cayó en desgracia, sino también la de un régimen que sigue manejando las condenas y las “redenciones” a su antojo.