El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel volvió a encender las redes sociales con otro de sus mensajes desconectados de la realidad. Esta vez lo hizo para “celebrar” el Día del Trabajador Azucarero, con una publicación en X (antiguo Twitter) que más que aplausos, desató una ola de burlas y críticas por lo absurdo del gesto.
“Hoy es el Día del Trabajador Azucarero, fecha que recuerda la firma en 1960 de la Ley 890, mediante la cual el Gobierno Revolucionario puso en manos del país más de un centenar de centrales. A los miembros de ese importante sector, que saben del gran reto que tienen, felicidades”, escribió el mandatario.
El problema es que, como bien sabe todo cubano, ese “importante sector” apenas existe. La última zafra fue la peor en más de un siglo, con menos de 150 mil toneladas de azúcar, una cifra tan ridícula que convirtió la “felicitación” de Díaz-Canel en una especie de chiste nacional.
Las redes ardieron. “Otro logro del socialismo: país azucarero sin azúcar”, ironizó un usuario. “Antes exportábamos azúcar, ahora la importamos”, comentó otro. Y uno más remató: “Ni azúcar, ni sal, ni vergüenza”.
La publicación fue un desfile de sarcasmos y frustración. Muchos recordaron que en 1960 Cuba contaba con más de 150 centrales azucareros y que hoy apenas una decena sigue funcionando, la mayoría en ruinas. Y aun así, el régimen se atreve a hablar de “reto” y “sector importante”.
Lo cierto es que el mensaje de Díaz-Canel, lejos de motivar a los pocos obreros que quedan en la industria, volvió a exponer el colapso total de lo que alguna vez fue el motor económico de la isla. Mientras él lanza consignas, los cañaverales se pudren, las máquinas están obsoletas y el azúcar brilla por su ausencia hasta en las bodegas.
Incluso Rocío Monasterio, política española de origen cubano, reaccionó con indignación ante la publicación del gobernante. “No tienen pudor. Han destruido el sector azucarero. Los centrales se caen a pedazos y el pueblo sufre como nunca”, escribió. Monasterio tiene vínculos familiares con la antigua industria azucarera cubana: sus antepasados poseían la Compañía Azucarera Atlántica del Golfo y el central Manuelita, expropiados por el régimen tras el triunfo de la revolución.
La ironía es evidente: nacionalizaron para “rescatar” la industria y terminaron enterrándola. Hoy, seis décadas después, Díaz-Canel felicita a trabajadores que sobreviven entre ruinas y promesas incumplidas.
Algunos analistas interpretaron el mensaje como una maniobra típica del oficialismo: usar fechas históricas para disimular el fracaso y proyectar una falsa normalidad. “Es como felicitar a un enfermo terminal por su buena salud”, comentó un usuario, resumiendo lo que muchos piensan.
La verdad es que ya no hay nada que celebrar. El azúcar, símbolo del orgullo nacional y motor de la economía cubana por siglos, se convirtió en otra víctima del desgobierno y la incompetencia del régimen. Pero el aparato de propaganda sigue su guion: festejar lo que no existe, repetir consignas vacías y fingir que todo va bien.