La provincia de Matanzas vive hoy un verdadero desastre sanitario, con el dengue y el chikungunya haciendo estragos mientras las autoridades del régimen intentan disimular el caos apelando al viejo cuento de que “cuando llegue el invierno, todo mejorará”. Según ellos, el frío resolverá lo que la desidia y la incompetencia han dejado crecer por años.
El periódico oficial Girón —portavoz del aparato comunista en la provincia— publicó que el gobierno local, encabezado por el primer secretario del Partido Comunista, Mario Sabines Lorenzo, se reunió para analizar el “enfrentamiento” a las llamadas arbovirosis. En otras palabras, se sentaron a repetir el mismo guion de siempre, prometiendo “perfeccionar el sistema de trabajo” mientras el mosquito sigue ganando la batalla.
Desde el propio oficialismo se reconoció que la transmisión del dengue sigue disparada en casi toda la ciudad, con focos críticos en Versalles, La Playa y Matanzas Oeste. Allí, el fin de semana se desplegó una fumigación que más pareció un intento de aparentar control que una acción efectiva.
El doctor Andrés Lamas Acevedo, director provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, aseguró que Matanzas recibió un refuerzo de “28 bazucas fumigadoras” y espera otras 30 más. Todo un despliegue que suena impresionante en el papel, pero que en la práctica choca con la falta de combustible, equipos rotos y trabajadores sin recursos. Según el especialista, se concentran los esfuerzos en Matanzas y Cárdenas, las zonas más pobladas y golpeadas por la epidemia.
Lamas admitió además que en la provincia circulan dos serotipos del dengue, el 3 y el 4, lo que multiplica los riesgos y puede agravar el panorama. Aun así, el régimen insiste en restar gravedad a una crisis que ya se les fue de las manos.
Aunque desde el gobierno aseguran que el hospital pediátrico provincial “no enfrenta dificultades”, los propios médicos y familiares de pacientes denuncian la falta de medicamentos, reactivos y hasta condiciones básicas. La realidad, como siempre, desmiente al discurso oficial.
El doctor Lamas, intentando ponerle un matiz optimista al desastre, declaró que las cosas podrían mejorar “cuando bajen las temperaturas”. O sea, el régimen vuelve a confiar más en el cambio de estación que en sus propias medidas sanitarias, demostrando una vez más su incapacidad para controlar ni siquiera un brote de mosquitos.
Sabines Lorenzo, fiel a la retórica vacía del Partido, habló de “eliminar riesgos” y “convocar al pueblo” para mantener la limpieza. En buen cubano, eso significa volver a cargarle la responsabilidad al ciudadano común, mientras el Estado no garantiza ni agua corriente, ni recogida de basura, ni fumigación sostenida.
Como parte del plan —idéntico a los de cada año—, movilizarán a estudiantes de medicina, centros laborales y organizaciones de masas para participar en la campaña de limpieza. El mismo libreto repetido una y otra vez, sin resultados duraderos, porque la raíz del problema está en la falta de recursos, en la corrupción institucional y en la gestión improvisada de un sistema quebrado.
El régimen terminó la reunión asegurando que “todo está bajo control” y que cuentan con los recursos necesarios, una mentira que se cae sola al ver los barrios infestados, los hospitales colapsados y los vecinos desesperados.
En zonas como Versalles y La Playa, los habitantes viven rodeados de aguas estancadas, basura acumulada y enjambres de mosquitos, mientras los medios oficiales maquillan las cifras y esconden la gravedad real de la epidemia.
La situación se tornó aún más dramática tras la muerte de una joven cardenense por dengue hemorrágico, un hecho que estremeció a la población y evidenció el colapso del sistema sanitario. La muchacha no recibió atención adecuada a tiempo, víctima de la escasez de medicamentos y del deterioro hospitalario que el gobierno niega una y otra vez.
