Ciego de Ávila está enferma, literalmente. La provincia se encuentra al borde del colapso sanitario por un repunte alarmante de enfermedades como el dengue, la chikungunya y la fiebre de Oropouche, mientras las autoridades del régimen intentan maquillar lo evidente: una crisis epidemiológica fuera de control.
Según el medio oficialista Invasor, el doctor José Luis López González, subdirector de Epidemiología del Centro Provincial de Higiene, reconoció que la provincia atraviesa su “quinta semana de transmisión sostenida” y que el virus del dengue tipo 2 se ha sumado al tipo 3, que lleva tres años circulando. Es decir, el problema no solo no se ha resuelto, sino que se ha agravado.
El propio funcionario admitió que los casos febriles no paran de subir y que la tendencia sigue siendo al alza. Ciego de Ávila y Venezuela encabezan los reportes, aunque municipios como Florencia y Chambas también están repletos de enfermos. López González incluso reconoció la presencia del virus Oropouche y “casos aislados” de chikungunya, todo bajo un clima que favorece al mosquito: calor, lluvia y un entorno plagado de basura.
A pesar de ese panorama, el especialista reconoció que la fumigación ya no se hace como antes. Ahora se realiza “por estratos”, o sea, solo se fumiga la casa del enfermo y algunas viviendas cercanas. En buen cubano, eso significa que si el mosquito está dos cuadras más allá, que se salve quien pueda.
El médico pidió a la población acudir al doctor ante los primeros síntomas, aunque muchos saben que eso es casi un chiste en Cuba: los hospitales no tienen sueros, faltan medicamentos y los enfermos terminan siendo enviados a casa con un “tómate agua y descansa”. También aseguró que las medidas se coordinan con el gobierno provincial, aunque el combustible para fumigar —como todo en el país— brilla por su ausencia.
La publicación de Invasor encendió las redes. Los avileños estallaron, denunciando que no hay alarma, sino epidemia. “Ciego de Ávila está repleta de virus, todos hemos pasado por algo”, escribió un usuario. Otro fue más directo: “Esto no es alarma, es colapso”. La mayoría coincide en lo mismo: no hay fumigación, no hay limpieza, y la basura se acumula por todas partes.
Una internauta aseguró que la imagen de la fumigación usada por el periódico “es vieja”, mientras otra contó que en su barrio “todos están enfermos” y el hospital “ni suero tiene”. A eso se suman apagones de hasta 20 horas diarias, que impiden dormir y convierten las noches en un festín para los mosquitos. “Los niños son los más afectados”, lamentó una madre.
Las quejas también apuntan al deterioro general de la higiene pública. “Las calles parecen vertederos y nadie recoge nada”, denunció otro residente. En un país donde el gobierno se desentiende de todo, los microvertederos y el calor son el mejor aliado del Aedes aegypti.
La mayoría de los comentarios en redes cuestiona la falta de transparencia oficial. “Aquí nadie está informando la verdad. Esa fumigación es puro cuento”, escribió un lector indignado. Otro fue más duro: “El pueblo está enfermo y el gobierno solo pide paciencia. Pero paciencia no cura el dengue”.
Entre la desesperación y el sarcasmo, algunos intentan tomarse la situación con humor. “Ya no sé si el virus me dio o si me está haciendo la guardia, porque en mi cuadra están todos enfermos”, bromeó un usuario. Pero la realidad es amarga: Ciego de Ávila vive un sálvese quien pueda sanitario, donde el mosquito tiene más libertad que los propios cubanos.
Una vez más, el régimen demuestra que es incapaz de proteger a su pueblo. Mientras los hospitales colapsan y la gente se revuelca en fiebre, los burócratas siguen repitiendo su viejo libreto de “control y disciplina”. Pero la verdad salta a la vista: el único control que existe en Cuba es el del abandono.