Mientras en Matanzas el sistema sanitario se va al garete por el aumento de casos de dengue, chikungunya y otras arbovirosis, el régimen ha decidido invertir —y visibilizarlo— en la “reparación” de la Terminal de Ómnibus de Matanzas, como si eso ayudara a que los hospitales dejen de colapsarse.
La terminal, punto neurálgico de transporte provincial e interprovincial, arrastra años de abandono estructural. Ahora le tocó a la MIPYME Construcciones Hábitat de Matanzas asumir una reparación en fases, que incluye apuntalamientos exteriores e interiores, revisión de vigas y cubierta, baños renovados y mejoras en los espacios de embarque y parqueo. El plan asegura que, conforme se avance, zonas de la estación volverán a operar gradualmente.
Pero permíteme que te cuente por qué esta obra “millonaria” suena más a propaganda que a respuesta al pueblo enfermo: Matanzas está viviendo la peor crisis sanitaria de su historia reciente. Los hospitales están saturados, con pacientes febriles por arbovirosis que esperan en pasillos, sin medicamentos ni atención suficiente.
Por ejemplo, el Hospital Pediátrico Provincial en Matanzas ha necesitado habilitar alas universitarias como espacio auxiliar para atender a niños febriles ante el colapso de camas. Y en los hospitales territoriales, personal sanitario y familiares denuncian la escasez de reactivos, de insumos básicos y condiciones precarias.
Mientras tanto, las autoridades provinciales esperan que el invierno “limite naturalmente” la proliferación del mosquito, confiando más en el clima que en una estrategia real de control vectorial. Es decir: esperan que la naturaleza solucione lo que ellos no pueden enfrentar.
Volviendo a la terminal: sí, queda bien decir que habrá mejores salones de espera, baños renovados, iluminación y parqueos ordenados. Pero esa promesa queda hueca cuando muchos matanceros no pueden recibir atención médica a tiempo, porque los hospitales no tienen capacidad ni recursos.