El opositor cubano José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), volvió a encender el espíritu de la resistencia con una promesa que ha dado la vuelta al exilio: regresará a la isla en una lancha, con una rosa blanca y los versos de Martí, antes de que se derrumbe el castrismo.
Durante una rueda de prensa transmitida por Prisoners Defenders International, Ferrer, junto al también ex preso político Luis Robles, aseguró que su salida de Cuba fue forzada, no voluntaria, y que lo hizo con el único propósito de continuar la lucha desde fuera. “Si nadie quiere regresar, regresaré solo. Llevaré una rosa blanca, los versos de Martí y un teléfono satelital para avisar cuando esté llegando al malecón habanero. Si después no se sabe de mí, es que estoy preso o me mataron”, declaró con determinación.
Ferrer pasó más de cuatro años en las mazmorras de Mar Verde, donde fue sometido a torturas y golpizas constantes. Afirmó que el régimen intentó doblegarlo para que aceptara un supuesto “diálogo” con Estados Unidos que beneficiaría a La Habana, pero se negó rotundamente. “No salí huyendo del dolor ni del miedo. Salí por estrategia, para seguir peleando con más fuerza”, explicó.
El operativo de su salida fue digno de una película: la Seguridad del Estado lo escoltó hasta el aeropuerto de Santiago de Cuba y grabó todo para fingir que era un viaje “voluntario”. Pero tanto Ferrer como su familia lo han dejado claro: fue un exilio impuesto, una forma más de silenciar a quien nunca se calla.
En Miami, donde fue recibido entre aplausos por activistas y miembros del exilio, Ferrer habló con la mezcla de alegría y tristeza de quien se reencuentra con su familia pero deja atrás a los que siguen presos. “Las cárceles del régimen son un infierno”, denunció, mientras su esposa, la doctora Nelva Ismarays Ortega, no pudo contener las lágrimas al recordar a los ancianos y niños que atendía en Santiago. “Nos duele haberlos dejado. Muchos nos decían: ‘¿Y ahora quién nos va a ayudar?’”, contó entre sollozos.
Luis Robles, conocido por su valiente gesto de sostener un cartel en el Boulevard de San Rafael que pedía “libertad para Denis Solís y los presos políticos”, reapareció en la conferencia con el rostro marcado por casi cinco años de encierro. “El silencio te hace cómplice. Yo decidí romper el miedo. Nadie merece prisión por soñar un país distinto”, afirmó.
Robles denunció que las prisiones cubanas son centros de tortura y hambre, donde la atención médica es casi inexistente. También reveló que su hermano, Landy Fernández, sigue preso como “rehén del Estado”, una situación que su madre ha calificado como “cruel e inhumana”.
Durante la transmisión, Ferrer fue contundente: “Lo único que sigue funcionando en Cuba es la maquinaria represiva”. Criticó la pasividad de la Unión Europea, a la que acusó de sostener una política “cómoda y complaciente” con la dictadura, y arremetió contra el turismo extranjero que “va a gozar del Caribe sin mirar al pueblo que sufre”.
“No se pueden justificar los crímenes del castrismo solo porque vienen de la izquierda. La represión no tiene ideología”, sentenció.
El líder opositor recordó las torturas que sufrió: “Me golpearon, me arrastraron, me obligaron a comer con un embudo sopa podrida. Querían humillarme, pero sobreviví para seguir luchando”. Con voz firme, añadió: “Regresaré antes de que caiga la tiranía, aunque sea una semana antes, solo para ver libre a mi pueblo”.
Desde el exilio, Ferrer insiste en que la unidad entre los cubanos dentro y fuera de la isla es clave para acabar con la dictadura. “Si unimos fuerzas, el régimen no dura una semana. Tenemos que lograr esa sinergia que los deje sin descanso”, afirmó.
Su promesa de volver en una lancha con una rosa blanca, más que una metáfora, es un símbolo de desafío y esperanza para millones de cubanos que sueñan con un país libre.
Desde Miami, José Daniel Ferrer se mantiene firme: “Seguiré luchando por una Cuba libre, democrática y justa. Volveré al malecón habanero antes de que caiga el castrismo”.
