La provincia de Matanzas está viviendo una pesadilla que parece no tener fin. A la ya desesperante falta de agua potable, se suman apagones interminables de más de 24 horas y un repunte alarmante de enfermedades como el dengue y el chikungunya, que tienen a los hospitales reventados y sin recursos.
En las redes sociales circulan videos que estremecen. Vecinos de distintos barrios se ven obligados a sacar agua de alcantarillas y zanjas, resignados a usar ese líquido sucio para cocinar, bañarse o limpiar. En uno de esos videos, compartido por el usuario @paquitovlogs777, se observa a varios matanceros llenando cubos y botellas con agua de un canal lleno de fango. “Ya no queda otra opción”, dice uno de ellos, y no exagera.
El propio creador del video denunció que “la escasez de agua se ha vuelto tan crítica que la gente tiene que buscarla en los desagües”, una frase que resume la tragedia diaria que viven miles de familias en la provincia.
A la crisis del agua se le suma una emergencia sanitaria que no da tregua. Médicos locales, bajo anonimato por miedo a represalias, aseguran que los hospitales están colapsados, sin medicamentos básicos como sueros o antipiréticos, y con decenas de pacientes febriles abarrotando los pasillos.
Incluso el periódico oficialista Girón reconoció que la falta de agua ha desatado un mercado negro donde el litro se vende a un peso cubano, algo impensable en un país donde el salario promedio no alcanza para cubrir ni lo más básico. Solo una familia pequeña puede gastar más de 9,000 pesos al mes si pretende abastecerse por esa vía.
El acceso al agua, un derecho elemental, se ha convertido en un lujo en manos de unos pocos. Las causas, según las propias autoridades, van desde roturas en los equipos de bombeo hasta fallos eléctricos y bajones de voltaje. El director de Ingeniería de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, Yordanis Mora Sánchez, admitió que más de la mitad de las bombas están fuera de servicio. “Una simple parada de minutos puede tumbar todo el sistema, y luego reiniciarlo es un dolor de cabeza técnico”, reconoció.
Lo cierto es que el drama de Matanzas no es un caso aislado. En La Habana, cerca de medio millón de personas tampoco tienen acceso regular al agua, y en el oriente del país se reportan apagones de más de 30 horas seguidas, acompañados de brotes similares de enfermedades.
Vecinos entrevistados por medios independientes aseguran que los dirigentes visitaron la zona prometiendo soluciones, pero todo sigue igual o peor. “Después que vinieron los jefes, hasta el hospital se quedó sin agua”, contó una residente harta del abandono.
Mientras tanto, las redes hierven de sarcasmo e indignación. “Y mañana los llaman para ir a recibir a Díaz-Canel, y van todos contentos”, comentó un usuario con evidente frustración. Otros señalan que el gobierno mantiene al pueblo entretenido en sobrevivir para que no piense en protestar.