¡Y seguimos con la saga familiar! En Cuba los apellidos pesan más que los títulos universitarios, y el ascenso de Oscar Pérez-Oliva Fraga, sobrino-nieto de Fidel y Raúl Castro, es la prueba más reciente de que el poder en la isla sigue quedándose “en familia”. El hombre acaba de ser nombrado viceprimer ministro de la República de Cuba, y no solo eso: seguirá al frente del Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX). En resumen, otro Castro al timón del barco, aunque con diferente apellido.
El nombramiento fue anunciado este viernes por el régimen, en una de esas notas breves y frías que sueltan los medios oficiales. Todo fue “aprobado” por el Buró Político del Partido Comunista y ratificado por el Consejo de Estado, a propuesta del propio Miguel Díaz-Canel. Pero detrás de ese lenguaje burocrático se esconde una jugada bien clara: asegurar que la herencia castrista siga viva y controlando las finanzas del país.
Pérez-Oliva Fraga, de 54 años, llegó al cargo de ministro en mayo de 2024, tras la muerte de Ricardo Cabrisas, un histórico negociador del régimen. Desde entonces ha ido subiendo escalones con una velocidad que, para muchos, no tiene tanto que ver con sus méritos técnicos como con su sangre.
El poder de los Castro nunca se jubila
Los medios oficiales lo presentan como un “cuadro formado desde la base”, un ingeniero electrónico con experiencia en empresas estatales. Pero la realidad es que su currículum más poderoso está en su árbol genealógico. Es nieto de Angelita Castro, hermana de Fidel y Raúl, e hijo de Mirsa Fraga Castro, además de sobrino de José Antonio Fraga, quien dirigió LABIOFAM hasta que fue destituido tras escándalos financieros.
Sí, el mismo LABIOFAM que estuvo en el centro de denuncias por lavado de dinero y operaciones turbias durante los años en que su tío lo manejaba. Nada se investigó públicamente, por supuesto. Así funciona el sistema: si tienes apellido Castro, los errores se esconden bajo la alfombra.
Durante su paso por la Zona Especial de Desarrollo Mariel, Pérez-Oliva trabajó bajo la tutela del fallecido general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, exyerno de Raúl Castro y figura clave del poderoso conglomerado GAESA, el emporio militar que maneja el dinero fuerte de Cuba.