La situación sanitaria en Cuba sigue cuesta abajo, y lo que está ocurriendo en el municipio de Palmira, en Cienfuegos, es solo una muestra del caos. Según reconoció la propia prensa oficialista, cada semana se están diagnosticando entre 250 y 350 casos con síndromes febriles, una cifra alarmante que deja en evidencia el colapso del sistema de salud pública.
El Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) confirmó que el chikungunya está circulando activamente en la zona, y lo más preocupante es que alrededor del 90% de la población se encuentra en ingreso domiciliario, o sea, confinada en casa por la enfermedad. Esto, dicho por medios del régimen, habla por sí solo de la magnitud del brote.
La isla enfrenta una tormenta perfecta de virus. Dengue, chikungunya y fiebre de Oropouche se esparcen al mismo tiempo, mientras los hospitales colapsan y los médicos hacen malabares sin recursos ni medicamentos. A eso se suman los virus estacionales que ya saturan los centros de salud, muchos de los cuales ni siquiera tienen capacidad para atender una gripe común.
En medio de este panorama, siguen apareciendo muertes que el gobierno intenta silenciar. En Villa Clara, una mujer identificada como Adelaida Yanes falleció por dengue hemorrágico, según confirmaron fuentes cercanas a la familia. Días antes, en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, también murió un joven por la misma causa. Ambas muertes provocaron una ola de indignación y dolor entre la población, sobre todo por el silencio cómplice del Ministerio de Salud Pública.
Durante semanas, las redes sociales se llenaron de denuncias y alertas de ciudadanos desesperados por el aumento de contagios y fallecimientos, especialmente en el occidente del país. Pero, como es costumbre, las autoridades optaron por mirar hacia otro lado y negar la gravedad del brote.
Solo ahora, y ante la presión popular, el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) reconoció tímidamente la verdad: tres personas han muerto por dengue en lo que va de 2025. Es la primera vez que el régimen admite oficialmente fallecimientos por arbovirosis este año, aunque lo hace sin ofrecer detalles, como si la transparencia fuera un lujo.
La información fue divulgada por la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, quien se limitó a decir que las muertes fueron confirmadas “por estudios necrológicos y diagnóstico clínico previo”. Nada más. Ni edades, ni provincias, ni condiciones de los fallecidos. El secretismo sigue siendo la política sanitaria del régimen, incluso en medio de una crisis que está afectando a miles de cubanos.
