En La Habana, donde cada día puede ocurrir lo impensable, un nuevo susto paralizó a los vecinos del Vedado. El pavimento colapsó en plena intersección de Zapata y Paseo, tragándose a un motociclista junto a su moto. Sí, literalmente se abrió la tierra debajo de sus ruedas.
La vecina Yanely Paredes fue una de las primeras en compartir el suceso en Facebook, acompañando su publicación con fotos que hablan por sí solas. “Se abrió un hueco en plena vía y un hombre se hundió con su moto en la acera de un edificio”, relató. Según su testimonio, fueron los propios transeúntes quienes lograron sacar al conductor antes de que llegaran los bomberos y los paramédicos del SIUM.
Testigos aseguran que todo ocurrió en cuestión de segundos. “El piso se vino abajo de repente y el hombre cayó con todo y moto dentro del hueco”, contaron vecinos que aún no salen del asombro. Las imágenes muestran el caos del momento: curiosos aglomerados, paramédicos auxiliando al accidentado —que, por suerte, estaba consciente— y un agujero enorme que dejó al descubierto la fragilidad del suelo habanero.
Poco después, el medio oficialista Radio Taíno intentó justificar el desastre, asegurando que el accidente no ocurrió exactamente en la acera, sino en el patio de un edificio multifamiliar donde “existía una antigua fosa mal sellada”. En otras palabras, otra improvisación de las tantas que abundan en la capital, heredadas del abandono estatal.
Con el paso de los años, esa estructura se fue debilitando hasta colapsar bajo el peso del motorista. Milagrosamente, el hombre sobrevivió y fue trasladado al hospital por precaución. Según los reportes, no sufrió heridas graves, aunque el susto fue monumental.
Vecinos que presenciaron el hecho dijeron que el ruido del desplome “parecía un trueno” y que el suelo tembló como si la tierra se partiera en dos. “Un susto tremendo”, comentó una residente, mientras otros lamentaban que cada día La Habana se hunde un poco más, y no solo en sentido figurado.
Las fotos del hueco circularon como pólvora en redes sociales, dejando al descubierto una realidad que los cubanos viven a diario: una ciudad que se cae a pedazos. Edificios centenarios, tanques oxidados y fosas olvidadas son parte del paisaje urbano, un peligro constante para quienes aún resisten en estas ruinas de concreto.
Aunque en esta ocasión no hubo que lamentar muertes, el accidente vuelve a poner el dedo en la llaga: la infraestructura de La Habana está en estado crítico, y las autoridades hacen poco más que maquillarla con discursos vacíos.
Como resumió una vecina del lugar, con toda la crudeza del pueblo: “Hoy fue un hueco… mañana puede ser un edificio”. Una frase que, lamentablemente, resuena cada vez más entre los habaneros que viven con el miedo de que el próximo derrumbe les toque a ellos.