Una vez más, el drama de los balseros cubanos vuelve a conmover a la región. Esta vez fueron 21 cubanos los que lograron tocar tierra el pasado jueves en Celestún, un pequeño poblado costero del estado mexicano de Yucatán. Exhaustos, deshidratados y con el rostro marcado por el sol y la travesía, fueron recibidos con una mezcla de sorpresa y solidaridad por parte de los lugareños.
Según el diario El Universal, los migrantes arribaron en dos balsas improvisadas durante la tarde-noche, provocando cierta tensión entre los habitantes del pueblo. Sin embargo, en un gesto profundamente humano, los vecinos decidieron proteger a los balseros y ofrecerles refugio en sus propias casas, impidiendo que las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) los arrestaran de inmediato.
Videos que circularon en redes sociales muestran a los cubanos caminando por la avenida principal de Celestún, visiblemente agotados tras el largo viaje. Algunos vecinos comentaron que los hombres habían llegado en dos embarcaciones rudimentarias, arriesgándolo todo con tal de escapar del infierno económico y social que se vive en Cuba.
Mientras parte de la comunidad pedía la intervención del INM para brindarles atención médica, comida y ayuda legal, otros se negaron rotundamente a entregarlos, temiendo que fueran deportados y devueltos al régimen del que habían huido. Hasta el mediodía del viernes, el alcalde del pueblo, Germán Jesús Cauich Pinto, junto a funcionarios del INM, seguían negociando con los habitantes para que accedieran a entregar a los migrantes.
Este episodio refleja la desesperación de los cubanos, que continúan lanzándose al mar en cualquier cosa que flote, huyendo de un país que no les ofrece ni futuro ni esperanza. Las políticas más duras de inmigración en Estados Unidos, sobre todo desde los tiempos de Donald Trump, obligan a muchos a buscar rutas alternativas, como las costas mexicanas, para intentar llegar más adelante al sueño americano.
A principios de octubre, un grupo de diez balseros —ocho hombres y dos mujeres— fue rescatado por la tripulación del crucero Enchantment of the Seas, de la compañía Royal Caribbean, mientras derivaban en una embarcación a punto de hundirse cerca de Isla Mujeres, Quintana Roo. Los tripulantes del crucero los auxiliaron, les dieron comida y primeros auxilios, antes de llevarlos a tierra firme.
Cada historia de este tipo deja al descubierto el profundo fracaso del régimen cubano, que sigue empujando a su gente al mar en pleno siglo XXI. Mientras el Gobierno se regodea en discursos vacíos sobre “resistencia” y “soberanía”, miles de cubanos prefieren enfrentar olas, tiburones y la muerte antes que seguir viviendo bajo un sistema que les roba la vida poco a poco.










