Una publicación en redes sociales estremeció a miles de cubanos dentro y fuera de la isla, al mostrar la crudeza de la miseria que se vive hoy en Cuba, donde el hambre y la desesperación ya no se esconden ni en los rincones más oscuros.
El usuario Jorge Luis Marrero Carbajal contó en Facebook una escena que lo dejó sin aliento: al salir a botar la basura, encontró a un anciano completamente desnudo dentro del tanque, masticando sobras como si fuera un animal callejero.
“Fui a botar la basura y, sorpresa: dentro del tanque había un anciano desnudo, comiendo restos de comida. He visto gente hurgar entre los desperdicios muchas veces, pero esto fue demasiado. El dolor fue tan grande que me quedé en blanco por unos segundos”, escribió Marrero en un texto que se viralizó de inmediato.
Su publicación se convirtió en un grito colectivo. Miles de usuarios compartieron el relato y dejaron comentarios cargados de tristeza, impotencia y rabia. Muchos confesaron haber presenciado escenas parecidas, señal de que el hambre y la miseria ya se volvieron parte del paisaje cotidiano en la isla.
“Uno trata de endurecer el corazón, pero hay cosas que no se pueden ver sin romperse por dentro”, escribió Marrero, dejando claro que lo que vivió no fue un caso aislado, sino una muestra más de un país desbordado por la pobreza y el abandono.
La escena provocó una oleada de indignación. Cientos de cubanos denunciaron en redes la indiferencia del régimen, que continúa ocultando la realidad con propaganda mientras las calles se llenan de ancianos y niños buscando algo que comer en los basureros.
Economistas independientes coinciden en que Cuba atraviesa la peor crisis en más de seis décadas. La inflación descontrolada, la escasez de alimentos, el colapso del sistema de salud y los apagones constantes han empujado a miles a la miseria. Ni la canasta básica llega completa y los precios en el mercado negro suben cada semana como si no existiera techo.
Mientras tanto, los medios estatales callan. No hablan de indigentes, no mencionan la pobreza extrema, y mucho menos reconocen la crisis humanitaria que devora al país. Viven de inventar triunfos mientras el pueblo rebusca entre la basura para sobrevivir.
Marrero cerró su relato con una frase que duele: “No quiero volver a ver algo así. El dolor es demasiado grande.”
Y es que su historia no es solo una anécdota triste, sino el retrato de un país en ruinas, donde la dignidad humana se desangra entre el hambre, la miseria y la indiferencia de un sistema que ha dejado de sentir vergüenza.