El régimen cubano vuelve a disfrazar su control económico de “inversión productiva”. El Grupo Empresarial Tabacuba, bajo la dirección del mismo Marino Murillo Jorge —el ex “zar” de la fallida Tarea Ordenamiento—, acaba de entregar 150 tractores chinos YTO 904 a campesinos y cooperativas de Pinar del Río y Artemisa. Según el plan oficial, antes de que termine el año se venderán 300 de estos equipos, todos en Moneda Libremente Convertible (MLC), es decir, en divisas que el pueblo apenas puede tocar.
En su página de Facebook, Tabacuba presentó la operación como un paso para “impulsar la producción tabacalera con tecnología moderna”. Pero detrás del discurso triunfalista se esconde otra maniobra para vaciarle los bolsillos a los productores. Los campesinos no pueden pagar esos tractores con pesos cubanos ni con ingresos propios: deben hacerlo con el MLC que el mismo Estado les arrebata de sus exportaciones. Es un círculo vicioso diseñado para que el régimen se quede siempre con la tajada más grande.
A fines de septiembre, Murillo también inauguró en Pinar del Río una tienda en MLC para los vegueros, donde se venden productos tan básicos como machetes, cemento o piezas de repuesto. Todo se paga en la moneda que los trabajadores nunca ven completa, porque el gobierno la controla y decide en qué pueden o no gastarla.
No hay que olvidar que esta movida llega justo después de aquel espectáculo mediático donde Tabacuba entregó Mercedes-Benz a los productores de tabaco, vendiéndolo como un “estímulo” cuando en realidad era otra forma de recuperar el dinero en divisas que el propio campesino generó.
Los precios, además, son un abuso. En junio, el propio Murillo facilitó la venta de 13 tractores YTO-X904 por 26 mil dólares cada uno, casi el triple de lo que cuestan en el mercado internacional. Como dijo un usuario en redes, “para el tabaco sí, porque es lo que exportan, pero para la agricultura que da comida al pueblo no hay nada”.
La indignación crece entre los campesinos. Muchos califican estas operaciones como un simple “show” del gobierno, una puesta en escena para aparentar modernización mientras el campo cubano se hunde entre la escasez, los precios inflados y la falta de apoyo real. “Un tractor es para que todo campesino lo tuviera con su dinero y no tener que agradecerle a nadie”, comentó otro productor en Facebook, dejando claro que los agricultores no quieren limosnas, sino libertad para trabajar sin cadenas.
Mientras el país atraviesa una crisis alimentaria sin precedentes, el régimen sigue apostando por el tabaco, uno de los pocos rubros que le aporta dólares frescos al sistema. No se trata de fortalecer la economía nacional, sino de mantener el flujo de divisas hacia las arcas estatales, aunque eso signifique dejar a los campesinos sin herramientas y al pueblo sin comida.
A inicios de octubre, la prensa oficial volvió a aplaudir la compra de nuevos vehículos pesados para “mejorar la transportación de recursos agrícolas” en Pinar del Río. Pero los cubanos ya no se tragan el cuento. Saben que cada tractor y cada camión en manos del Estado representa otra oportunidad perdida para un campesino libre, otro recordatorio de que la tierra en Cuba sigue siendo esclava del mismo sistema que la empobrece.