Marrero se deshace en elogios con la nueva ficha familia de los Castros que asumió como viceprimer Ministro en Cuba

Redacción

El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, desató una tormenta en redes tras felicitar públicamente a Óscar Pérez-Oliva Fraga, sobrino-nieto de Fidel y Raúl Castro, por su reciente nombramiento como viceprimer ministro. Según Marrero, el nuevo funcionario es “un cuadro preparado, con todas las cualidades para asumir las nuevas tareas asignadas”.

Pero las reacciones no se hicieron esperar. En X (antiguo Twitter), los cubanos respondieron con una mezcla de sarcasmo e indignación. Muchos señalaron que esas “cualidades” no son más que el ADN de la familia Castro, el mismo que lleva décadas aferrado al poder.

“Cuando dijiste que tiene cualidades, quisiste decir que tiene familiares en la cúpula”, escribió una usuaria con ironía. Otro agregó: “Cualidades requeridas: ser nieto de Raúl Castro”. Y así se multiplicaron los comentarios, calificando el nombramiento como “la mafia en acción” o el enésimo capítulo de “la familia real cubana”.

Pérez-Oliva, de 54 años, no es un nombre nuevo en los pasillos del poder. Es hijo de Mirsa Fraga Castro y nieto de Ángela Castro, hermana del difunto dictador, y del propio Raúl, que aunque retirado, sigue moviendo los hilos tras bambalinas. Su ascenso confirma lo que todo el mundo sabe: el clan Castro sigue controlando el país como si fuera su finca privada.

La designación llega en medio de la peor crisis económica en décadas, con la población desesperada por la inflación, los apagones y el desabastecimiento, mientras el régimen insiste en premiar a los suyos. Según el comunicado oficial, el nombramiento fue “aprobado por el Buró Político del Partido Comunista y ratificado por el Consejo de Estado, a propuesta de Miguel Díaz-Canel”, el presidente que muchos ya califican de figura decorativa dentro del teatro del poder.

Pérez-Oliva mantendrá además su cargo como ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, puesto que asumió en mayo de 2024 tras la muerte de Ricardo Cabrisas Ruiz, uno de los viejos negociadores del régimen. Antes de eso, dirigió empresas estatales y fue viceministro primero del propio ministerio.

Un punto clave en su carrera fue su paso por la Zona Especial de Desarrollo Mariel, donde estuvo bajo las órdenes del fallecido Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, exyerno de Raúl Castro y cerebro de las finanzas oscuras del emporio militar GAESA, el verdadero poder económico de Cuba.

Aunque el régimen lo presenta como un hombre “disciplinado y con dominio de las relaciones económicas internacionales”, su ascenso meteórico deja claro que en Cuba los méritos no se miden por capacidad, sino por apellido.

Este nuevo movimiento dentro del aparato estatal no hace más que reforzar lo evidente: el gobierno de Díaz-Canel no es más que un títere del clan Castro, que sigue tejiendo su red de poder para mantenerlo todo bajo control. La llamada “continuidad” no es otra cosa que la prolongación de una dictadura familiar que lleva más de seis décadas asfixiando a los cubanos.

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