Un nuevo mensaje oficialista volvió a circular en redes, esta vez cargado de propaganda y con el claro objetivo de desacreditar a los médicos cubanos que emigraron y denuncian públicamente el colapso del sistema de salud en la isla.
El comunicado fue publicado este sábado por TV Santiago en Facebook y atribuido al Sindicato de Salud Pública, aunque en realidad no es más que un eco del discurso del régimen, diseñado para criminalizar la crítica y exigir lealtad ideológica incluso a quienes ya viven fuera del país.
Bajo el título “No se escupe el plato que te formó”, el texto cuestiona a quienes estudiaron medicina en Cuba y ahora, según el comunicado, “se dedican a insultar la medicina que los hizo médicos”. Lo que en realidad denuncian los profesionales exiliados es la cruda realidad de un sistema sanitario en ruinas, donde la falta de insumos y el desgaste del personal son el pan de cada día. El mensaje oficial lo califica de ingratitud y traición, ignorando que muchos médicos han sido castigados por querer ejercer su libertad: se les retienen las salidas del país, obligándolos a posponer proyectos de vida y sometiéndolos a una forma moderna de reclusión.
Aunque el comunicado admite problemas como la escasez de recursos y el agotamiento del personal, insiste en que la medicina cubana es “digna, humana y solidaria”. Afirma que “la bata blanca en Cuba es símbolo de resistencia”, desestimando las denuncias sobre hospitales sin agua, sin medicinas y con condiciones de trabajo extremas.
El mensaje ataca directamente a los médicos emigrados, acusándolos de usar su libertad para “escupir sobre lo que los formó”. Defiende la formación ética y vocacional de la medicina cubana, mientras replica palabra por palabra la retórica propagandística del Partido Comunista, blindando simbólicamente al sistema ante cualquier crítica externa.
Como siempre, no se admite el disenso. Las voces de los profesionales que han vivido el sistema desde dentro son desestimadas, mientras el comunicado cierra con un tono desafiante: “La medicina cubana es faro. Y los faros no se apagan por el veneno de quienes olvidaron de dónde vienen”.
Pero la reacción oficial no ocurre en un vacío. Cada vez más médicos desde el exilio denuncian las ruinas del sistema de salud cubano. El doctor Manuel Guerra, desde Estados Unidos, lo describe como “un organismo moribundo”, devastado por la falta de medicamentos, la salida masiva de personal y la infraestructura colapsada. En contraste, asegura que en su nuevo entorno la atención es inmediata, eficaz y digna.
Otros médicos coinciden: quedarse en Cuba significa autodestruirse. Lo que en el mundo se reconoce como dignidad profesional, en la isla se castiga con vigilancia, chantaje y represión. Muchos sobreviven con sueldos miserables en hospitales sin agua ni materiales, mientras el Estado los trata como mercancía exportable y los penaliza si intentan abandonar el sistema.
Entre estos testimonios destaca el del doctor Alexander Figueredo, quien años atrás advirtió que ningún médico del mundo sacrifica tanto como el cubano. Expulsado por denunciar deficiencias, su voz se convirtió en un símbolo de resistencia profesional, anticipando la oleada de médicos que hoy desafían la propaganda del régimen con la fuerza de la verdad vivida.