Régimen recibe 23 millones de dólares donados por Vietnam, pero guarda silencio total sobre cuál será su destino en Cuba

Redacción

El régimen cubano vuelve a extender la mano, y esta vez quien la llena es Vietnam, con una donación de 23,3 millones de dólares. El aporte llega tras el cierre de una campaña de recaudación organizada a mediados de agosto por el Partido Comunista vietnamita, demostrando una vez más que entre los viejos camaradas del socialismo todavía se reparten favores mientras los pueblos siguen apretándose el cinturón.

Según la prensa oficial de Hanoi, la colecta comenzó con un objetivo modesto, pero en apenas tres semanas recaudaron más de 15 millones de dólares, cifra que subió a 23,3 millones para el 16 de octubre. Es decir, casi diez veces más de lo esperado. Todo ese dinero fue entregado en la ceremonia de clausura del programa “65 años de solidaridad Vietnam-Cuba”, celebrada en la capital vietnamita junto al acto de premiación del concurso “Vietnam-Cuba: Canción de amistad que resuena por siempre”, un evento tan cargado de propaganda como de sentimentalismo comunista.

Durante la ceremonia se dieron cita Do Van Chien, presidente del Frente de la Patria de Vietnam, y Rogelio Polanco Fuentes, actual embajador de Cuba en Hanoi y viejo comisario político del régimen. Polanco, fiel al guion oficial, derramó miel en su discurso al agradecer el gesto “fraternal” de los vietnamitas. Con tono casi poético, dijo sentirse conmovido porque “niños vietnamitas donaron sus pequeños ahorros y enviaron cartas y dibujos para sus amigos en Cuba”. Palabras que suenan tiernas, pero que contrastan con la crudeza de la realidad cubana, donde miles de niños viven entre apagones, hambre y desesperanza.

Ya en septiembre, durante su gira por Asia, Miguel Díaz-Canel había recibido de forma simbólica un primer donativo de 15 millones de dólares, posando sonriente ante las cámaras como si acabara de ganar la lotería. Para el régimen, la propaganda vale más que la transparencia: lo importante es proyectar la imagen de un país querido y apoyado, aunque en casa la miseria sea el pan de cada día.

El discurso oficial habla de una “solidaridad histórica” entre ambos pueblos, pero lo cierto es que resulta difícil entender cómo Vietnam, un país que aún enfrenta sus propios retos económicos, decide regalar millones a una dictadura que se niega a reformarse. Lo que debería ser un gesto humanitario termina siendo una inyección de oxígeno político para un sistema moribundo.

En Cuba, como de costumbre, nadie ha explicado en qué se usará ese dinero. No hay informes, no hay auditorías, no hay rendición de cuentas. Todo se maneja entre ministerios y oficinas cerradas, donde los recursos extranjeros suelen desaparecer en los laberintos de la burocracia estatal o terminar financiando campañas ideológicas en lugar de aliviar las penurias del pueblo.

La falta de transparencia y el secretismo que rodean cada “donativo solidario” hacen que muchos cubanos se pregunten si ese dinero realmente llegará a donde más se necesita. Mientras el régimen sigue viviendo de la caridad de otros, el pueblo continúa sobreviviendo con lo mínimo, sin ver ni un centavo de esas supuestas ayudas internacionales.

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