Estados Unidos advierte que pertenecer al Partido Comunista o participar en las marchas organizadas por el régimen podría costarle la visa a los cubanos

Redacción

Estados Unidos ha comenzado a aplicar con mano dura una política migratoria que podría dejar sin visa a cualquier cubano que haya tenido vínculos con el Partido Comunista de Cuba (PCC) o que haya participado en manifestaciones antiamericanas promovidas por el régimen. La medida deja claro que Washington no está dispuesto a abrirle las puertas a quienes, dentro de la Isla, han servido como instrumentos del castrismo.

La información fue revelada por el periodista Mario J. Pentón, de Martí Noticias, quien confirmó que la Embajada de Estados Unidos en La Habana revocó recientemente una visa a un ciudadano cubano tras recibir “nueva información” que lo hacía no elegible para ingresar al país norteamericano.

Un funcionario del Departamento de Estado, citado por Pentón, explicó que “participar en marchas del régimen frente a la Embajada estadounidense, compartir propaganda antiamericana en redes o mostrar odio hacia los valores democráticos” bastan para perder una visa. Según el diplomático, “tener visa no es un derecho, es un privilegio, y quien quiera venir a Estados Unidos debe respetar a nuestro país”.

El funcionario añadió con ironía que muchos en Cuba “van a empezar a pensarlo dos veces antes de seguir agitando banderas del PCC o repitiendo consignas vacías contra los americanos”, una advertencia que resuena fuerte entre quienes antes veían en esas marchas una simple formalidad para conservar su trabajo estatal.

Una ley que pone orden entre los represores

La medida se ampara en la Sección 221(i) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA), que faculta a Estados Unidos para revocar un visado ya emitido si surgen nuevos elementos que cuestionen la elegibilidad del titular. Esto puede incluir desde fraude en la información hasta comportamientos que indiquen una amenaza a la seguridad nacional o a los valores democráticos.

Fuentes consultadas confirmaron que el endurecimiento del proceso consular viene aplicándose desde hace meses, sobre todo contra solicitantes con vínculos laborales o ideológicos con el aparato estatal cubano.

“No queremos represores tomando mojitos en Miami”

El propio Mike Hammer, Encargado de Negocios de la Embajada estadounidense en La Habana, había advertido en mayo que se reforzaría la revisión de antecedentes para impedir la entrada a individuos ligados al régimen.

No queremos ver a los represores caminando por South Beach tomándose un mojito. Eso no es justo”, declaró Hammer en una conferencia en Miami, dejando claro que la administración norteamericana no tolerará la doble moral de quienes reprimen en Cuba y luego buscan refugio en el país que atacaron.

La política ya ha generado decenas de negativas de visado, incluso a cubanos que aseguran no haber sido militantes comunistas, pero que trabajaron en instituciones estatales controladas por el régimen.

Entre los casos más llamativos está el de Amarilys Pérez, una cubanoamericana cuyos padres fueron rechazados pese a haber presentado declaraciones juradas negando afiliación política. “Trabajar para sobrevivir no es lo mismo que militar por ideología”, denunció Pérez en carta enviada a CiberCuba.

Familias atrapadas entre la ley y el miedo

El endurecimiento consular también golpea al Programa de Reunificación Familiar Cubana, una vía legal que durante años permitió a miles de familias reencontrarse en Estados Unidos. Hoy, muchos cubanos temen que un antiguo empleo estatal o una simple foto en una marcha del Primero de Mayo se conviertan en obstáculos para lograr ese sueño.

Abogados de inmigración en Miami, como Willy Allen, alertan que el patrón de exclusión “parece demasiado amplio y podría castigar a inocentes”. Sin embargo, reconocen que la medida manda un mensaje político firme: Estados Unidos no quiere en su territorio a quienes sirvieron, defendieron o representaron al aparato represivo del castrismo.

Una advertencia directa al régimen y sus cómplices

Aunque el Departamento de Estado evita comentar casos específicos, el mensaje es claro: Washington endurecerá su política hacia los cómplices del régimen, sin importar si son funcionarios, propagandistas o simples militantes.

Mientras tanto, miles de familias cubanas viven con la incertidumbre de si sus expedientes serán rechazados. El miedo crece entre quienes alguna vez trabajaron para el Estado o compartieron publicaciones a favor del castrismo, temiendo que esas huellas digitales sean ahora la barrera que les cierre el paso al sueño americano.

Estados Unidos parece decidido a limpiar su frontera de hipócritas: de esos que aplauden al régimen por el día y hacen cola en la embajada por la noche. En un país donde el castrismo ha premiado la mentira, la nueva política de visas es un golpe de realidad. Porque quien siembra odio contra la libertad, no puede esperar asilo en la tierra de los libres.

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