El líder opositor José Daniel Ferrer García volvió a poner los puntos sobre las íes. Recién llegado a Miami después de años de prisión, torturas y vigilancia en Cuba, el fundador de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) lanzó un mensaje directo y sin filtros contra Miguel Díaz-Canel y todo el aparato de poder que mantiene secuestrada la isla.
En una publicación en redes sociales, Ferrer aseguró que Raúl Castro no cedió la presidencia por generosidad ni desapego al poder, sino como parte de una jugada macabra para usar a Díaz-Canel como chivo expiatorio del desastre total del castrismo. Según el opositor, el dictador designado fue colocado ahí para cargar con la culpa del colapso de un sistema podrido hasta los cimientos.
“Raúl Castro no le entregó el poder por desprendimiento, se lo dio para que quede para la historia como peor que Fidel y el propio Raúl: más cruel, más incapaz, más represor, y como el responsable del hundimiento de la nación”, escribió Ferrer con ironía y contundencia.
El líder opositor describió esta maniobra como una trampa política cuidadosamente planeada por los hermanos Castro. La idea, según él, es que cuando todo se derrumbe —y ya está en proceso—, la culpa no recaiga sobre ellos, sino sobre el sucesor designado. “Los Castro lo embarcaron a lo grande”, sentenció Ferrer, dejando claro que Díaz-Canel es solo una pieza sacrificable del engranaje represivo.
El rostro visible del desastre
Desde que pisó tierra en el exilio, Ferrer no ha perdido tiempo en denunciar a los verdaderos titiriteros del régimen. En sus intervenciones recientes, ha insistido en que Díaz-Canel no gobierna nada, que es simplemente el rostro del colapso, el muñeco al que le tocará pagar por los pecados del castrismo.
Para el líder de la UNPACU, el régimen diseñó esta “transición” de manera que toda la culpa por la crisis —económica, política y moral— cayera sobre el presidente de cartón, mientras la vieja guardia militar y los magnates de GAESA se esconden en la sombra, bien cómodos y blindados.
“Cuando el pueblo diga basta, a Díaz-Canel solo le quedará volar lejos… a Moscú o a Beijing”, advirtió Ferrer, comparando al gobernante cubano con los viejos líderes comunistas que escaparon cuando sus sistemas se vinieron abajo.
Una Cuba al borde del derrumbe
Ferrer trazó un paralelismo entre la situación actual de Cuba y el colapso de la Unión Soviética en los años 80. Según él, Díaz-Canel tendría que hacer como Gorbachov, buscar una apertura real y permitir reformas profundas si quiere evitar un estallido. Pero enseguida pone en duda que el mandatario tenga la valentía o independencia necesarias: “Ese hombre no puede cambiar nada, porque ni siquiera manda”, dejó entrever.
El opositor insiste en que el verdadero poder sigue en manos de Raúl Castro y los militares que controlan GAESA, ese pulpo empresarial que maneja desde los hoteles hasta las tiendas en MLC. Para Ferrer, hablar de una “nueva etapa” o de un “gobierno civil” en Cuba es un chiste de mal gusto: “Raúl no se ha retirado. Díaz-Canel solo ejecuta órdenes, tratando de mantener a flote un sistema hundido”, afirmó desde Miami.
Del presidio al exilio, pero no al silencio
José Daniel Ferrer sabe bien lo que significa enfrentarse al régimen. Fue uno de los presos más emblemáticos de la Primavera Negra de 2003, sobrevivió torturas, celdas de castigo y años de vigilancia constante. En 2025, el castrismo lo obligó a aceptar el destierro como condición para su liberación, una práctica vieja del régimen para deshacerse de sus voces más incómodas.
Pero Ferrer no ha bajado la guardia. Desde Miami asegura que su lucha por la libertad de Cuba sigue viva, tanto dentro como fuera de la isla. En cada intervención, recuerda que la dictadura no ha cambiado ni un milímetro, aunque maquille su imagen con un nuevo rostro.
“El pueblo no puede dejarse engañar por los cambios de fachada. La represión es la misma, solo cambió el muñeco del cartel”, repite el opositor, llamando tanto a los cubanos como a la comunidad internacional a mantener la presión.
Una voz que vuelve con más fuerza
El regreso mediático de Ferrer desde el exilio demuestra que el castrismo no logró quebrarlo. Al contrario, su voz se escucha ahora con más fuerza, más libre y más decidida que nunca. Desde Miami coordina mensajes, mantiene vínculos con activistas dentro de la isla y sigue exponiendo la estructura mafiosa del poder cubano.
Para él, no hubo una sucesión real, sino una transferencia de culpas, y el desenlace está cantado. Como él mismo escribió: “Los Castro lo embarcaron a lo grande. Lo dejaron al mando de un barco que ya se hunde”.
Un barco que, según Ferrer, se irá a pique más temprano que tarde… y esta vez, sin que nadie pueda salvarlo.